jueves, 16 de junio de 2011

Sueño.

Cuando entre sueños difusos
aparece una bella ilusión,
perece en la mañana
al sonido monótono del despertador.

Y me aferro a la noche que se escapa,
como en un suspiro que sólo acaba
cuando el astro rey con sus rayos mata:
cuchilladas de luz por mi ventana,
polvo e imagen que se dilata
hasta romper su imagen con esta realidad ingrata.

Todo el día entonces pasa
tan lento, injusto, demasiada luz
acumulada. Ni yo, ni tú
ni nadie me salva
del hechizo mágico de la luna de plata,
que doce horas después con sus susurro,
canta,
y en sus brazos murmuro
una canción vaga.

Ahí, en ese mundo incorrupto,
donde sólo existe la ilusión,
cada inexistente segundo de mi adicción
se concentra en el absurdo:
sí, hermosa figura,
sí, maravillosa ilusión.
Sí, está aguardando cada noche
en mi sueño, sólo en un sueño.
Y de la realidad, jamás es un espejo.

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