jueves, 25 de agosto de 2011

Eres tan triste

Eres tan triste.
Miles de lágrimas acuden a diario,
se derraman poderosas como cataratas
de un Niágara entre salado y amargo.
Precipitándose siempre hacia abajo,
plañiendo, sufriendo y cayendo
hacia la oscura verdad, la diminuta ranura
de un futuro que no quiere acordarse de su pasado.

Eres tan triste.
Grises estallan a tu alrededor, silenciosa
y callada pirotecnia fúnebre burlesca
que recita los versos de tu desgracia,
de tu pálido rostro, de el llanto que te come
por dentro, sin escupir tus entrañas
sin acordarse de ti.

Eres tan triste.
Que verte me avergüenza,
me escondo en todos lados para no sentir tu pena
y tener que ir y llorar a tu lado.

Eres tan triste, que se me acabaron las ganas de seguirte recordando. Recortaré mis letras y te hablaré de lo bello, del encanto del canto, pero sé que de nada servirá y seguirás llorando, rogaré para que te mueras y te ahogues en tu pena, así al menos no sentirás nada, o más bien poco, seguro en la casa de los muertos, seguirás penando.

miércoles, 17 de agosto de 2011

No tentarás al Señor.

Jesucristo en el desierto. Calor, extraños bichos que emergen de la tierra y amenazan con picarle los pies enfundados con chancletas y correr a sus madrigeras, orgullosos: "Vieja, acabao de sacarle una ampolla el Hijo de Dios". Para colmo, se le aparece el Chamuco, aunque algunos pueden decir con justa razón que ya había pasado mucho tiempo bajo el sol. Entonces, por alguna razón, Jesucristo prefiere matar metafóricamente al más recalcitrante enemigo de papi cruxificándose en vez de tirarse un round en ese instante y se pone a echar verbo con el Maligno mismo. Una frase quedará grabada en la memoria eclesiástica de la humanidad. Jesús replica, conocedor innato de la lógica Paterna: "No tentarás al Señor, tu Dios"

Y no, no se refería a tentar de "tocar algo, manosearlo". Aunque es probable que enunciado sea válido. Al menos, en la tradición de un Dios barbudo y benévolo, imagen fenotípica de un típico Zeus Tronante, físico, que mira desde una esponjosa y radiante nube. Nadie lo ha tanteado. Y los únicos.que en teoría lo habrían hecho, si se hubiera dejado, son los que dejaron la tierra  ahora, con sus alitas recorren el Edén maravillándose de las maravillas que se promete el hombre desde la mitología griega. Habrá entonces, que recurrir al otro significado.

Diccionario gordo. Página 1135. Segunda palabra. Segunda acepción. (La primera, curiosamente, es "examinar y reconocer mediante el tacto") Estimular o inducir la realización de algo esp. si es censurable o perjudicial. No tentarás al Señor, tu Dios. No estimularás o inducirás la realización de algo, especialmente si es censurable o perjudicial al Señor, tu ser supremo o sobrenatural al que se le rinde homenaje externo de veneración y respeto por considerársele divino y/o sagrado.Amén.

Deja ver si lo entiendo. Aquella réplica, deliciosa réplica, de sable de luz de Star Wars valuada en 2,500 pesos me tienta. O sea, me la quiero comprar pero sé que con ésos 2,500 pesos mexicanos puedo pagar algo mejor, como comida. O: me tientan ésos chocolates rellenos de tequila, pero estoy a dienta y soy alérgico al agave. O al alcohol.
Dios, indeciso, angustiado, no sabe que hacer. Yo lo pido que detenga la hambruna en el África, pero por cuestiones de macroeconomía divina, dejaría sin comer a Medio Oriente... O más bien, le ofrezco a Dios matar a millones de infieles, ateos, herejes y largo etcétera en Guerra Mundial a cambio de una muerte heroica en el año sexto (de siete) de la guerra. ¿Oferta tentadora?

Hecho uno. Único. Se dice, cuentan, que Dios es omnipotente. Omnisciente. Omnipresente. Y todo lo omnímodo que se nos ocurra. Es perfecto, como veintisiete outs consecutivos, el diez de Nadia Comanecci, el juego del Barcelona, el Réquiem de Mozart, la chica de los sueños más profundos. Perfecto.Ergo, ¿puede un ser perfecto sentir tentación por algo? No, no lo creo. Teóricamente, estaría inclinado a hacer algo, generalmente incorrecto, malo, no cuadra con la perfecta bondad divina. El buen Jesús, que Allah me lo bendiga, o más bien el idiota que estaba a cargo de la traducción, le da a la oración una intención mandatoria. Es ilegal tentar a Dios. Ni te atrevas, rata de dos patas. Sin derecho a fianza, menos a juicio. Catorce años en el averno, tres en el purgatorio.

O quizás, ahora que lo pienso, no era tan idiota. A fin de cuentas, Constantino no lo era y por eso cedió ante la cristiandad y tumbó a Iúpiter de los altares. Salvó por un buen rato al Imperio, al menos el de Oriente. No tentarás al Señor, tu Dios podría sonar a "Si le pides algo Dios y de todas formas te carga el payaso, era simplemente por que namás lo andabas tentando. Infeliz". La patada en el culo, fue de su huarache. Fin. No repliques.

Y entonces ahí ca el idiota, se lo cree, se lo traga y pone cara de resignación ante los misterios de lo divino. El análisis castroso, pesudateo y revelador, se va mucho a la tiznada por la imcompleta explicación teligiosa. La mente se bloquea, el chip porqueasiloquiereDios se prende en automático y se sigue toda la vida hasta que se truena con el usuario. Se olvida entonces el noble arte de poner a trabajar la mente, trabajar con inteligencia. Ver a Dios desde otra perspectiva, total, es hipotéticamente demasiado grande para sólo poder verlo através de aquel espejo.

Pero al final del día, no pasa nada. Tentado o no tentado, la misteriosa relación entre hombre y Dios sigue su eterna y cíclica explicación. Por lo mientras, tentaré a Dios. Total. Capaz y se hace mi cuate.

viernes, 12 de agosto de 2011

Remembranza sobre la ocupación durante la Primera Gran Guerra.

No señor, no de a gratis desfilé frente a Palacio en aquel tiempo incierto, en guerra añejada y masticada por siglos y siglos de gritos mudos, silencio tenso que estalló en un rugido incontenible de agua, fuego, viento y tierra cuando el inesperado invasor saliendo de la nada, cayendo desde lo alto en una repetición histórica del trece de septiembre, inició de este lado una guerra que todavía se sigue pagando. Yo era cuatro años menos viejo que ahora y desde el Lago escuché las detonaciones, el olor a humo y el sabor a sangre y sudor, y fui voluntario en el desastre. Huimos como perros apaleados, dañados por aquel más fuerte y nos ocultamos en alcantarillas, casas abandonadas y entre el miedo, con el miedo, el orgullo vejado y el odio avivado en llamas que nunca terminaron por apagarse. El fascista de este siglo arrancó el lábaro de su pedestal y retomamos entonces aquella resistencia súbitamente cercenada en las épocas de aún se veían las estrellas en esta ciudad.

No señor, no son estas heridas las cuchilladas o las balas de una cantina, de peleas vanas o sicarios mal paridos. Ocultos entre las ratas resurgimos, comandados por nosotros mismos y auxiliados por la cutícula de la resistencia: el pueblo que cansado de su miserable gobierno, laxo ante la invasión, apuntaló una esperanza nostálgica, apelmazada y trastocada por los años, y colmó las calles de millones de voces y puños dispersados una y otra vez con el temor palpable de quien sabe que al final todo se lo llevará el carajo. Fue ahí cuando olvidamos nuestras penas y, unidos como uno solo sacamos a cubetazos la furia, el estar hasta la madre de tanta mierda acumulada. Cada bala disparada al invasor era la muestra clara, veloz ráfaga, de que chuparse el dedo y esperar a que mamá viniera a limpiarte la cagada ya no estaba más en el triste guión de la novela.

La Catedral reventaba el cielo a campanadas y las ruinas retumbaban, reclamaban la sangre del invasor que alimentara a sus dioses, el Santo Oficio que frente al ecuestre bronce aprestaba el juicio, el Palacio de Mármol representara en única escena del enemigo su fatal derrota. La ciudad vomitaba el legendario tesoro, de la tierra y todos lados salían los guerreros míticos, empuñaban ideales comunes y en el desorden organizado, improvisado entre nosotros el ataque temerario, la cáscara de metal de ablandó, cayó estrepitosamente ante el Ángel victorioso, última refriega en guerra de guerrillas, los generales que rompían la defensa sureña y se nos unían, triunfo total y el lábaro que ondeaba de nuevo en una ciudad humeante y orgullosa por su necesaria, largamente esperada victoria.

No, señor, no de a gratis desfilamos frente a los generales que saldrían luego a luchar en otros frentes. Desfilamos y descargamos los años atascados en el cogote, años de eternidad y espera infructuosa hasta que vino esta absurda guerra que mostró a base de muerte y sangre la incontenible fuerza que nunca descansa de la raza de bronce, del ombligo de la luna.

Y, señor, señora. Ojalá no sea en su mundo necesario tanto dolor y muerte, tanta sangre y detonaciones inminentes para que, si dormido está su pueblo, despierte. E inteligente no use armas ni guerra, ni heroicas acciones, ni cuatro años más al frente con heridas y un brazo menos; señor, el desfile y el torpe estrujar de manos no tienen que ser la única forma de mostrarnos que el cambio no está en otra cosa distinta a nuestra propia alma.

jueves, 11 de agosto de 2011

Sol de agosto

Sol de agosto que maltrata, mata con sadismo naranja. Golpea y evapora a las nubes que aterradas huyen dejando el espacio limpio, sin nada. Sol de agosto que reina sobre el azul celeste, que alumbra el plomo y el dióxido de carbono. Metálicamente nos cubre un cielo inclemente, al que Tláloc desafía a veces violentamente con granizo y agua que ahoga la peste, el maldito rayo solar que incinera la mente, luz corrompida que degrada al norte los polos, inunda al centro las costas, golpea 2012 veces en dialecto maya. El sol de agosto que quiere mandar a todos en diciembre a la chingada.

Sol de agosto y se evapora la vida. Vampirismo necesario que renueve con ironía. Noche, luna y lluvia bendita. Café, lectura, sueño y las estrellas son el día. El ritmo necesario de un latido. La rosa de los vientos que nos guía. El obligado rezo a Inmortales que callan. Que sonríen francos en eterna burla incomprensiva. Noche, y noche, y noche sigue la vida. Lluvia, bendice y ahoga la fatiga de soles de agosto y de noches repetidas. De luces falsas y derrotas desabridas. El sueño es mágico por que en él todavía se vive otra vida y no sol de agosto, que desde julio, mató la vida.

martes, 2 de agosto de 2011

Un patrón de figuras repetidas

Un patrón de figuras repetidas que se estampan en ése sangriento papel que es la vida. Frágil pergamino acartonado, cual cristal violentado por lluvia y azotes, manotazos y lunas pálidas que no reflejan ningún conejo, promesas vanas de mejores futuros que los ayeres caducados. Papel que cruje al estrujarlo y abrazarlo y pretender dibujar en él con ésa tinta invisible una original idea de lo que es bueno o malo, de lo que es duro o blando. Color sin color que expresa lo bello, pero que termina por ser verde, azul o colorado. Patrón de figuras repetidas tan siniestras en blanco, negro, rosa y grisáceo. Figuras repetidas como un tejido hecho a mano, infinitos moldes de galletas espolvoreadas dulcemente con veneno inventado por algún dios malintencionado, plantillas de colores de un pasado enamorado: beso en mano, mirar coqueto y vago, labios mojados, curveados en sonrisa y mirada enervante, hechizante; patrón de figuritas de plastilina y bolsos y botas y un sabor extraño, de unos labios que con sutil cosmético fueron rociados.

Un patrón de figuras repetidas de un metro con cincuenta y cinco que toma la mano un instante del pasado. Un patrón de figuras repetidas que con cabello castaño desvía su mirada hacia su inexistente pasado que la mira como ventana hacia su olvidado pasaje consumado y que retuerce el cuello de la cordura para instalarse como un parásito al cual sólo se insulta. Patrón que hace recordar sin emoción y con brutal desconcierto algo en ése rostro, ésos ojos y ésos labios, esa silueta y esa postura, el atípico aroma y la ternura con que levanta la mirada al cielo oscuro y tararea las melodías que nunca serán para quien le acompaña. Y que, al dirigir su neutra mirada para quien ve en ella la ventana a su memoria, convence a aquel idiota que es un reflejo irónico, un patrón de figuras repetidas peligrosamente bellas que ahogan otras flores cuyos capullos ni siquiera se han conocido.

Y ella es la calca, el molde de su pasado. Visión de una pareja reconocida por quien alguna vez fue quien la experimentaba. Patrón que es y que nunca fue, desconocida conocida por el subconsciente masoquista que el consciente entiende como un sarcasmo. Ella que gira repetidamente la cabeza, ignora a medias al pendejo en turno, sonríe hacia la estampa de rutas a tres o tres cincuenta y acentúa más la marca, patrón de figura cómica repetida, sutil corte que sangra y mana entre insultos y la estúpida fantasía de lo improbable cuando, en una última y fugaz mirada, coqueta e indiferente, el camión se pierde entre luces opacas, un suspiro con sabor a derrota  el pasado irónico que rebota y muere al doblar la esquina para cauterizar la herida, derribar la costra y continuar escribiendo en el papel de la vida, hasta subconscientemente sellar la historia como una anecdótica malicia de unos dioses tiernamente sádicos, siempre con el dejo, el maldito deseo de besar al fin una flor, no un patrón de figuras repetidas, o de plano, mandar al carajo, por siempre, al pinche amor.

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