martes, 28 de julio de 2015

Uldráen de Ainstrevel, 1134 DCT

Una tumba,
sueño irascible que el rey
tradujo en lanzas y legiones negras
que marcharon de sol a sol al puerto blanco.

En el lecho blanco
el hijo duerme;
no escuchará jamás
el choque, el crujido y el grito.
No sabrá que en su nombre
mueren quienes serán alimentados por los peces al atardecer.
Ni una lágrima derramará
cuando en agónico suspiro descienda
la corona con su apellido
y se ahogue para siempre en las aguas enturbiadas de sangre
y se ejército se bata en desordenada retirada.

No sabrá,
—el lecho es muy frío—,
que las puertas de su antiguo palacio
arderán en venganza un marte cualquiera,
ni que el pendón extranjero,
el de la casa de Oghëë
borrará su nombre y el de su nación
de los libros y las eras
por tristes y largas
treinta y dos generaciones.


Tweet this!