miércoles, 23 de diciembre de 2009

Cuestión de sangre. Capítulo 2.

A la mañana siguiente, el pueblo de Elwinger me recibió como siempre. Sus pequeñas pero agradables casas que rodeaban la enorme fuente, relucieron bajo ese extraño efecto que hace la luz del sol cuando la refleja el costado de la montaña. La fuente, imponente, representa a una mujer de hermosura perfecta de cuyos ojos mana el agua, cual lágrimas. Dicen los viejos que representa a Elwing, una princesa que habitó hacía ya mil años éstas tierras y cuya historia de amor es la más grandiosa de todas.

Eso también lo dicen los pergaminos del Templo de los Cuatro Sabios, pero en aquel momento, no me importaba. Tenía que dirigirme a la puerta este, cerca de la cual una casa como cualquier otra, de techo de tejas y paredes de colores pálidos, era la base de nuestra Organización. Así pues, rodeé la fuente de Elwing y caminé hacia donde el sol asomaba sus cálidos rayos. En las calles ya se empezaba a sentir la actividad de cada día. Los monjes que recorrían tres veces la ciudad hasta llegar al Templo de Elwing, los mercaderes que transportaban su mercancía al Mercado, los chiquillos que con cierto recelo caminaban hacia algunas de las ocho escuelas que tenía la pequeña ciudad. Un soldado montado en un poderoso caballo color azabache, patrullaba la Avenida Este silbando una canción. Era un día normal. Incluso la bienvenida a la Organización no pareció diferente.

-¿Regresaste ya, Syaoran?-me dijo Aljyen desde la cocina. –Espero que tengas fuerzas suficientes, que me hacen falta un par de manos en esta pasta…

-¿Dónde está Tyndara?- demandé a modo de saludo y de negativa para adentrarme en artes culinarias- Tengo que verla, traigo algo que puede interesarle.

Aljyen hizo una seña, mostrándome el pasillo de la oficina de lady Tyndara. Caminé por el mismo escuchando sus lamentos acerca del poco interés y capacidad mental que teníamos los guerreros, no sin dejar bien claro que de no ser por los cocineros todo estuviésemos muertos. Alcancé el final del pasillo y toqué suavemente la puerta. Esta se abrió de inmediato, como las puertas que son mal cerradas y se abren con un suspiro.

Frente a mi, un espejo de bordes de oro devolvió la imagen a la que ya me había acostumbrado. Un chico delgado, de cabellos oscuros y piel morena, en gran parte por su constante contacto al sol. Ojos medianos que miraban con serenidad el entorno, labios bien delineados y una nariz algo grande. Segundos después, una nueva figura ocupó el espejo. Detrás de mi reflejo, la imagen de una mujer blanca con largos cabellos rubios, me sonrió desde el marco de le puerta.

-Buen día Syaoran. ¿Una buena caza?

Lady Tyndara Van Belsign, la Jefa de la Organización entró a su oficina con aire relajado y se sentó tras su escritorio de madera, robusto y oscuro, invitándome a hacer lo propio.

-Lady Tyndara, hemos acabado con el último de los Mikakane. Esto- lancé al escritorio una medalla de bronce, en forma de estrella que tenía una inscripción en el antiguo lenguaje de los dánae- lo tenía en su poder. Seguramente lo robó a uno de los elfos del Bosque Dual en la Guerra de Templo.

Examinó con cuidado la medalla, asintiendo en varias ocasiones, y luego me la regresó. La tomé con inseguridad, pues eran pocos los trofeos que se le daban a los cazavampiros tras una misión exitosa. Casi todos iban directo a una cámara de seguridad, escondida dentro de la misma Montaña Blanca, la que bajo sus pies permite que crezca Elwinger. Tyndara debiño notar mi asombro pues tras una sonrisa, me explicó:

-No es una medalla al mérito élfico, Gybeni Syaoran. Las estrellas de ese tipo de medalla, tienen una punta quebrada, en recuerdo de lo que es la guerra: destrozo.-Se reclinó sobre su asiento y juntó las yemas de sus dedos. –Lo que tienes ahí es un ujmer, un distintivo que usan los Altos Monjes del Templo de los Cuatro Sabios. Eso que cargas no podemos aceptarlo. Tendrás que ir al Bosque Dual y regresarlo a su lugar de origen.

-Tiene alguna idea de cómo…-empecé, pero Tyndara se me adelantó

-… ¿cómo un Mikakane obtuvo tal cosa? ¿Era Gregorous, cierto?

-Sí. Pero Gregorous no es de esta tierra.- repliqué

-No-admitió Tyndara, llevándose un dedo a los labios, pensativa –Eso quiere decir que alguien se lo tuvo que dar. Ese objeto que cargas… no tendrá más de 3 años. Es probable que era usado con la intención de pasar vampiros a la zona sin problemas. Alguien que viaje con un monje, francamente… la tiene muy fácil.

Los vampiros pueden ser tomados por hombres comunes. Tan solo existe en ellos un leve destello rojizo en su mirada. Fenotípicamente, es lo único que nos separa de ellos, sin tomar en cuenta los colmillos. Incluso algunos tienen problemas de visión o sordera, sin embargo son recompensados por su gran olfato, su velocidad, su habilidad, su fuerza y algún poder sobrenatural adquirido en algún momento de su transformación. Gregorous podía crear y manipular el fuego a su antojo, por ejemplo.

-¿Cómo fue que le encontraste?-me preguntó tras unos segundos de reflexión.

-Hacía mi ronda por la ladera oriental de la Montaña Blanca cuando vi que alguien seguía a una dama. Era extraño, ¿sabe? Una mujer que parecía venir del Paseo de los Nobles, del interior de la Montaña. Creía que ese lugar estaba…

-No está maldito-atajó de pronto Tyndara –Está documentado que un par de personas estuvieron ahí hace unos pocos años. Como sea, -concedió –es extraño que se use ese pasaje…

-Intuí que algo no andaba bien así que les seguí de cerca, y fue cuando estaba a punto de alcanzarle cuando alcancé a notar el destello rojizo. Lancé un grito de advertencia, la joven huyó por la Avenida Norte y Mikakane corrió hacia la Montaña…

-Nos dice poco -suspiró Tyndara, al tiempo que ponía los codos en la mesa, pensativa –pero es algo.

-Para mí es claro, la chica era acechada y ya.

-También la pudo estar guiando… y eso encajaría en otra suposición, Syaoran.

En ese instante, sin saber porqué, me sentí nervioso. Lady Tyndara se levantó de su asiento y caminó hacia ventanas y la puerta y todas las cerró. De pie, entonces, y desde la ventana más alejada de donde estaba, me soltó:

-Tenemos la sospecha de que un vampiro de Sangre Antigua ha regresado a Elwinger. La orden de los Grises lo había expulsado, pero tras la muerte de su Consejero Principal, hace tres o cuatro años, pudo regresar. Verás, hay otros intereses además de la sangre humana en esos especimenes.- golpeteó con sus dedos la pared y continuó: -es posible que quiera reclutar vampiros para un posible conflicto.

Me quedé helado. Quise preguntar el porqué de tan terrible noticia, pero lo único que atiné a preguntar fue:

-¿Quién dice usted que ha regresado?

Su pausa logró el efecto dramático que yo temía, el estómago se retorció, de un miedo inexplicable.

-Oskar Grayscare

domingo, 20 de diciembre de 2009

Cuestión de sangre. Capítulo 1.

Escribí con su propia sangre su epitafio. La noche tenía una luna hermosa, enorme, llena. Una luna que siempre me gustó ver, en aquellas montañas que marcaban el límite entre el territorio de Secisaj y mi país, Hyrule. Las estrellas también iluminaban aquellos paisajes rocosos en donde la nieve empezaba ya a caer. Nieve enrojecida por la sangre maldita del ser cuyo cuerpo se consumía lentamente, como derritiéndose, o más bien fundiéndose, con la nieve. Su rostro, que mostraba aún el rictus de dolor, poco a poco se hacía nada, con un silbido misterioso que se perdía con los tempranos vientos.

“Aquí murió Gregorous Mikanake, el Invencible. Nacido el 16 de octubre de 1678. Muerto por Syaoran Gybeni el 22 de julio de 2008. Aquí quedó el último de los Mikakane”

¿Quién dijo que eran invencibles? ¿Quién fue lo bastante tonto como para pensar, que no se le podía dar muerte a los vampiros? Balas de plata, navajas con la inscripción de los Cuatro Sabios en el mango, hojas de laurel bañadas en más plata. Embustes. Los vampiros mueren como cualquier otro ser que habita, si es que ellos lo hacen, en el planeta. Enfermedad, golpes, pérdida de su sangre, mutilaciones. El problema es que son resistentes. La mayoría de las armas no pueden con ellos. Excepto unas cuantas. Entre ellas, la mía.

Forjada desde tiempos que ya nadie recuerda, Galatea pasó por las manos de los elfos del bosque, por los guerreros que defendieron Hyrule en los tiempos en que el Héroe del Tiempo blandía su Espada Maestra en la Guerra de los Nobles, por el rey mismo de Hyrule, aquel que custodiaba la Sagrada Fuerza. Espada que en los primeros años del pasado milenio fue recogida por Teocritus Fagadin, el primer cazavampiros del que se tuvo memoria. Espada que ha pasado por varios hombres que limpian el mundo de estos malditos, sangre contaminada por el crimen y por el horror de un ritual fallido, putrefacto.

-Syaoran, ¡corre!... ¡Corre Syaoran!
-Tonta mujer… no vale la pena resistirse…

Sangre que salpica la pared. El hombre de ojos azules que hunde sus colmillos en el cuello de Yelenna, viuda de Hokaru Gybeni…

-¡Corre Syaoran, corre!-sus últimas palabras se apagan con el rugido furioso del vampiro que se alimenta con brutalidad de la sangre que mana por el cuello, la herida en el costado que empapa el enlosado, sangre oscura que jamás se borró de la mente de Syaoran…


Los vampiros son, pues, casi inmortales. Bien es cierto que rara vez se enferman y que en caso de no hacerlo, el tiempo pasa sobre ellos tan lentamente que es imperceptible. Sin embargo, es bien sabido que ningún vampiro ha pasado de los 2000 años. Se alimentan de sangre humana, les da fuerza y les revitaliza. Pueden alimentarse de la sangre de otros vampiros, con la cual tomarían los poderes del vampiro en cuestión, pero rara vez ellos practican ese rito. No es necesario matar un humano para tomar su sangre, pero en definitiva, a la mayoría parece no importarle. Además, el mortal que tome la sangre de un vampiro, se convertirá en uno… Al menos, eso dicen.

-Quiero ser un cazavampiros…
-Estás loco niño, vamos sal de mi vista
-No es una pregunta, señor.
-Venga, chico idiota. No es un juego… además, ¿qué te hace pensar que puedes ser uno?
-Mi madre fue asesinada por uno, señor. Eso me basta.


Oskar Grayscare… el asesino de mi madre…

-Juro, ante el Templo de Elwing la Bella, que no me relacionaré de ninguna forma con la sangre vampírica. Que viviré para combatir esa peste que asola a nuestra nación, y que…

El código…

-… renunciaré a cualquier vínculo de amistad o amor…

Por el bien de la Organización…

-Ya no podemos seguirnos viendo, Marion…
-¿Acaso, te prohiben amar?


Renunciar al amor…

-Sí…

Soy Syaoran Gybeni, un cazavampiros.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Ajedrez

El amor es como el ajedrez. Sus reglas varían un poco, pues cada elemento tiene su propio significado, que puede diferir del de las reglas del noble deporte. Empecemos con las piezas. El peón, la humilde pieza que parece insignificante, son aquellos actos pequeños que se hacen y que pueden pasar desapercibidos, pero que resultan a la larga vitales. Siempre se empieza (o casi siempre) una partida con movimientos de peones. Cosas sencillas, que si recorren todo el tablero, al llegar a la última fila resultan ser obras de arte: damas, torres, alfiles o caballos. Nunca subestimemos al peón. Esas cosillas, son mágicas.

Caballos y alfiles. Si bien en el ajedrez son similares en cuanto a su valor, en el juego del amor resultan, al menos para mi, diferentes. Uno de ellos, el caballo, es la sorpresa. Como la pieza que elude obstáculos como ninguna otra, en extraños saltos de armonioso detalle, así las sorpresas brincan en los corazones, llegando a lugares recónditos e incluso que se pensaban inalcanzables. Algunos caballos se quedan ahí, amenazando alguna casilla de nuestro latido. Es por eso que, de pronto, al escanear, encontramos los vestigios de partidas pasadas. No son como el alfil, cuyas agudas diagonales parecen abarcar puntos lejanos desde su posición. Los alfiles son como las acciones de elegancia. Sutiles muestras de poesía, de canciones. Detalles elegantes que seducen con un toque ligero, como flechas de Cupido. No son, en cambio, como las torres.

Las torres son los ataques directos, verticales. Siempre que se topan con un obstáculo son brutalmente detenidas. Son, al mismo tiempo de las últimas piezas en ser utilizadas en el juego. Por que el ajedrez es como el amor. Una declaración no viene sino hasta después de una muestra de gala con las otras piezas. La torre es, además, una defensa. Una coraza que colocan junto a su rey (el corazón) para extinguir emociones que ellos piensan no deben tener. Algunos, aunque en el juego nos enroquemos, en el amor preferimos dejar al rey al descubierto. Es por eso que las ofensivas pueden hacer daño.

La dama, es el arma más hermosa y más peligrosa de todas. Tiene la sutileza de un alfil y la contundencia de una torre. Muchos jugadores insensatos despliegan a su dama al inicio del juego, para encontrarse después que está rodeada y neutralizada por el oponente. No, la imprudencia no va de la mano con el ajedrez. Ni con el amor. Mostrar toda la potencia desde el principio da una mala imagen. Y puede derivar en un jaque mate desastroso.

Ahora bien, hay tres formas de acabar el juego. Las tablas, en la que los oponentes terminan con un apretón de manos y terminan formando una amistad productiva. La rendición del oponente es la victoria real. Rendirse, ante los encantos del rival, ante su despliegue perfecto de piezas es la verdadera gloria. Nadie pierde. Aquel que se rinde, ama. Aquel que logró la rendición, logró que le amasen. El jaque mate es la palabra prohibida. Es la muerte al rival. El destrozo de las alegrías, de la vida. Es, sin más, asesinar al corazón.

Así, el amor es como el ajedrez. Cada quien juega su estilo. Defensivo, agresivo, neutral. Algunos tableros acaban rápidamente, otros se prolongan, unos más acaban en tablas o incluso en mate, pero vuelven a empezar. Muchas partidas, se quedan inconclusas. Cada quién tiene su estilo. ¿Cuál es el tuyo?

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Otra batalla

El caballero de plata
hoja de su arma desenvainada,
camine entre dardos de fuego
reflejando en el mágico espejo,
un corazón cuya coraza de acero,
cae a pedazos, tras un solo movimiento.

Ya presuroso va a la retaguardia
oculto tras escudos, piedras y lanzas,
una tenue ofensiva por allá es rechazada
él, ahora ataca,
pero llega otra ola a la defensa plateada.
Como su corazón, también esta se desparrama
quizá, quizás no pasa nada
pero hay algo que el latido al cielo clama.

Bajo esa coraza,
el espejo devuelve la imagen
de un recuerdo olvidado
que de pronto se ha despertado.
Tonto, tonto caballero de la Orden,
la campesina muerta no fue el final
pues ahora, en la Gran Guerra,
algunas cosas se esconden
y otras, parece que esperan su oportunidad.

lunes, 7 de diciembre de 2009

¿Cómo te llamas?

Hoy, amaneció un nuevo sol,
las aves suspiraron una nueva canción
su canto, hoy, movió mi corazón
y mi mente viajó y en ti se posó.

Entre sueños repetía un nombre
y una voz le cantó a mi pecho
notas silenciosas de extraño verso,
páginas jamás escritas por mano de hombre
estampadas en pétalos,
escritas en sangre,
palabras de amor, alimento del alma
y la voz, suave, me las dictaba,

Hoy, desperté saboreando ese nombre
miel, café, un sensual toque.
La luna que tomé a cucharadas,
mi latido que otra vez palpitaba,
tú, ángel, le prestaste tus alas.

Adicto de la luna
imagino tu figura,
tus pupilas recorriendo con finura,
letras que suspiran la pregunta:
soñé tu nombre,
me lo ha quitado la mañana
dime, princesa mágica,
¿cómo te llamas?

jueves, 5 de noviembre de 2009

Princesa Tlanextli

La historia ORIGINAL de la princesa Tlanextli no ha sido publicada aquí. Esa historia no es más que la leyenda de la Llorona, el nombre de la mujer indígena que asesina a sus hijos luego de la triación de su esposo gachupín. Lo que para algunos es la Cihuacóatl, para otros es este personaje.

Esta historia, en cambio, surgió inspirada al observar el tráfico de las personas que llegaban a este blog. (Gracias a todos ellos por su visita) Me di cuenta que muchos llegaron buscando en Google a "Princesa Tlanextli". Entonces, inventé una historia para aquellos que deseen leer una princesa Tlanextli completamente diferente a la leyenda antigua...

Tlanextli es palabra náhuatl y significa "luz"

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Recorre brincando sobre la punta de sus pies, cual teporingo en el accidentado valle, con esa gracia y misma ternura, el pasillo de su colorido palacio. La tarde muere en destellos color naranja, el griterío de aves que inunda con su alegría los jardines que se observan por los perfectos arcos que sostienen su casa. La princesa, ataviada con un huipil con bordados de flores, sonríe y se ríe a cada brinquito. Deja que la despedida de las aves al Padre Sol, sea también de bienvenida, para ella, al espacio donde las flores y el olor de tierra, se hace uno solo cuando la moja la lluvia.

Es la princesa Tlanextli. Su figura escapa a cualquier descripción humana, pero no por que no lo sea. Es bella, sí. Es joven quizás. No importa. Su físico, en realidad, es lo de menos. Dentro de ella, una sangre preciosa corre, sangre de mujer que sueña, que vive con intensidad cada segundo de su existencia. Con esto, ¿qué importa el físico? ¿Qué importa develar su imagen, oculta tras el halo de luz de jade?

Eso mismo piensa la princesa, que observa su reflejo en la pequeña fuente, al centro del jardín. Sobre ella, las nubes se deslizan cual cortinas de incienso, formando con sus figuras los sueños de las primeras estrellas. Cristales de colores que se reflejan entre ellos, se colorean, se guiñen con sus destellos. Cristales que hace eco al huehuétl, a la caracola que, aunque se escucha muy lejos, estremece los sentidos de la princesa. Los sueños, es decir, los cristales, despliegan su contenido en la fuente, mostrándose a la princesa, honrados por su presencia.

Ella ve entonces una sinfonía de flautas, silbatos, tambores y sonajas. Los danzantes giran en remolinos de plumas de colores, alrededor de un árbol de cuyas ramas cuelgan frutas preciosas, de luz. Luego, la imagen cambia y se ve cómo hombre y mujeres golpeados por la mano dura de la élite, se levanta de su cueva, antorcha encendida, iluminando el camino hacia un espacio más limpio. El conquistador al fin es conquistado y la tierra de los abuelos se alza sobre la ruina y su luz es todo su esplendor. La imagen vuelve a cambiar y ahora ve cómo las piedras, lanzas y escudos, se desmoronan entre los dedos de niños. Caen al suelo como semillitas luminosas y brotan de la tierra hermosas flores que vuelan al cielo, como papalotes, entonando himnos a lo bello.

Y se suceden, uno tras otro, los sueños de las estrellas. Y a cada uno que se muestra, su lucero se apaga, hasta que la noche cae con toda su negrura, y el reflejo sólo muestra el brillo de los ojos de la princesa. El silencio es total y la princesa sabe que es hora de depositar su sueño. Toca con la yema de sus dedos el agua tranquila y ante sus ojos, aparece su deseo. Un ave que canta a toda la humanidad, los deseos y sueños de las estrellas. El mensaje de perfecta armonía con Ometéotl que se expande a los sueños de los hombres que duermen sobre la bendita tierra nahua. Luego, como en un suspiro, la princesa Tlanextli se disuelve y sube al cielo, con sus hermanas. Muriendo para que su mensaje toque al menos el corazón de alguien que esté dispuesto a escucharlo.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Calaverita a Queenstown

Antes que nada, sería buena idea que revisaran (los no-mexicanos) esta entrada. Explica un poco la manera de ver la muerte del mexicano. Es, en verdad, muy corta. Que otros más sabios que yo le agreguen o modifiquen. 


Una disculpa por aquellos que hacen falta o están de sobra. Feliz Día de Muertos.
(Ojo, Día de Muertos, no Halloween)


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Hoy Día de Muertos les quiero contar,
cómo la Muerte se fue a despachar
a un grupo de amigos que solían jugar
en un foro en la web, de gran calidad.

Cada uno tiene su propia historia
todos murieron a su manera,
ninguno murió con luminosa gloria
más bien chusca, fue toda la cosa.

Empecemos primero por las damas
en primer lugar tenemos a Adriana
que desde la Argentina se mostró descuidada
y pisó mal en la calle transitada,
pescóle la Muerte desde su carroza
y con fúnebre pompa le llevó a dibujar con Paint a su choza.

Sigamos en tierras sudamericanas
a Lauri pasemos a saludar,
mucha fibra le daba ella a sus gatos
correspondían ellos con pestilentes regalos.
"Me tienen podrida los felinos"
confesó Lauri a la Huesuda.
"Puedes llevarme cuando se te de la gana,
no tengo ánimos de limpiar sus cagadas"
Cielo apareció de pronto:
"No seas tonta, que dejas sola a esta shegua"
"Miráte terca, no seas necia" Lauri repuso,
"Vayamos las dos y hagamos una enorme fiesta"

Ítalo se hace llamar Bombón,
a la Parca le pareció que era apuesto
y con voz suave seducirle intentó,
para que fuera más fácil cumplir su labor.
"Anda precioso, yo te hago un tomate.
Y verás que andaremos jale que jale"
Libidinosa fue la mente de nuestro amigo
y la Muerte triunfante le llevó consigo.
Si bien entre tanta fantasma sexy,
se cura un poco con sus regocijos.

Warrior de visita estaba,
en las tierras de Chechi, que son peruanas
y discutían con ánimos filosóficos
si al Mundial iría, la selección uruguaya.
La chica dijo que poco le importaba,
a fin de cuentas Perú siempre juega feo,
ya no hay jugadores valiosos
ni en este, ni en otro mundo terreno.

"Es bueno que eso me digas"
interrumpió la Flaca con sabiduría
"Vendrás ahora conmigo a mi Reino,
verás que no es tan malo como lo pintan,
al menos no tan feo como el fútbol que tu selección practica"
Warrior rió por el comentario,
a burlas de fútbol estaba acostumbrado,
más su risa le duró bien poco
porque la Parca le llevó consigo al hoyo.

Siguió la Flaca su recorrido continental
y a tierras de Honduras ella fue a dar,
a Ninis encontró en un embotellamiento,
había marcha a favor del presidente depuesto,
y entre carros y motos que contaminaban
la Huesuda llevó a Ninis muy lejos de su casa
para que no lanzara más piedras a la brasilera embajada.

Encontróse de pronto la Calaca,
en tierras netamente mexicanas
y llegó con tiento con las hidrocálidas
esquivando con agilidad inusitada,
del Oso la celosa mirada.

Es por eso que primero fue con Gaby,
para gran gusto del Gusano,
puré cien por ciento natural hice aquel día
y de Gaby no quedaron las semillas,
cuando la Flaca le prensó cual tortilla.

La Muerte se econtró a Almejita:
"Ah, caray, en Canadá yo te hacía"
Su regreso le facilitó la tarea,
a pesar de que Alma le pedía
que al menos un permiso especial,
visitar por última vez la Ciudad Capital.
Negóse la muerte al instante,
y, hoz mediante,
Almeja no miró de nuevo la Catedral.

Camino a la ciudad, la Calaca, se movía
y a mitad de camino vió un emo autista
"Méndigo mafioso vicioso", dijo con enojo
al ver que a un niño le exigía
la ganancia de los mazapanes de ese día.
"Alto ahí, vil bellaco
deja en paz a ese chamaco.
Ya estuvo bueno con tus andanzas,
ahora tendrás que pagar tus mazapandas"
Y cayó muerto el pobre Kapu enfeisbucado,
sin mafia ni nadie que le hiciera el paro.
Díjome que un mimo que era su padre
que sus últimas palabras fueron preocupantes:
"Ji ji ji... [silencio]... ji je ji ji ji"
(En verdad, este hombre es todo un parlante)

Como había marcha de electricistas,
a Querétaro se dirigió primero la Flaca,
quería ver un juego de los Gallos
a ver si ahora si se mantenían al menos por un año.
Encontró a Josele en el estadio,
mitad molesto, mitad emocionado,
pues jugaban los de Querétaro con los Santos
y el empate a uno no convenía a ambos.
Un arranque de locura le provocó la Huesuda
y Josele brincó con habilidad el enrejado,
salió en la tele, como un divertido espontáneo,
pero un balonazo, lo dejó ahí tumbado.

Dianis contenta se dirigía
a conocer a Angie en la Chilangolandia,
un aventón le dió a la Calaca,
sin saber Dianita en lo que se metía.
Platicaron un poco de muchas cosas,
y luego mucho de pocas razones,
como qué de marca eran de la Muerte los calzones,
para que duren tanto tiempo sin sucias situaciones.
Al final, nuestra miga norteña se equivocó de rumbo,
torció mal en la México-Cuernavaca,
arrolló a cinco potros y dos vacas
y a la tumba llegó en diecinueve minutos.

Sally, Pika y Norma son maestras,
y se fueron a la marcha por relajo
Pika andaba como demonio endemoniado
con machete en mano, al Paul amenazando.
Norma fue quién vió a la Calaca,
y a Sally dijo, de forma educada
que ahí iba una hija de la fregada
que al panteón su misión era llevarlas.

"Anda Pika, ya fue mucha caminata."
dijo Sally en voz baja
"Guarda ese machete y vámonos a casa."
Dulcemente Pika respondió:
"A la mierda con eso, aquí me quedo yo"
"Prudente es que me hagas caso,
pues veo de la Parca hasta sus impúdicos huesos.
Normita y somos más sabias. Atiende, Pika
nuestras correctas palabras"
Estaban pues, por alejarse,
cuando Pika tuvo un ataque de tos
y, con movimiento discreto de hoz,
la locura de Pika se apoderó.
Cual habitente de Atenco su machete blandió
y Queenstown sin maestras quedó,
pues la Pika también se hirió por error.

El Gusano estaba de malas,
perdió el Poli, perdieron las Águilas.
Y la Muerte pronta acudió,
y el sucidio con morbosidad sugirió,
inteligente, Gusano se rió,
pero su carcajada exageró
y mientras tragaba saliva,
el Gusanito se ahogó.

En Villa Coapa se encontraba Angie
comprando cosas en su mercado,
al señor de las paletas miraba con enfado
porque no quería darle bien su cambio.
"Oiga señor, no sea tacaño,
antes bien corriga su trabajo.
Ha de saber que tengo amigos funcionarios
y no me gustaría que algo le pasara a su changarro"
La Parca pareció desesperarse:
"Tanto emo le pegó hablar como mafiosa.
Mejor antes que haga cualquier cosa,
le llevo conmigo, al fin que me acompañan,
su prima y su sobrina la quejosa"
El Rey Lión se quedó en casa esperando
su guisado de pollo con mole poblano,
pero calmó su hambre al minuto inmediato,
cuando encontró en la cocina mate con bombones encafetados.

El último en la lista fue el Dani
que por flaco la Huesuda lo confundió con su primo
pero al final, le arrastró con mal tino
un viento fuerte que lo levantó el vilo,
cayó feo en el Lago de Xochimilco,
y burbujitas salieron, nomás por un ratito.

Ay que dolor, todos murieron
y la Niña tuvo nueve días de festejos
(no llegó al décimo pues fingió un coma,
y el doctor la sedó, por jugar pésimas bromas)
Pero en ultratumba todos parecen contentos,
a menos ya no hay distancia que separe
a los buenos amigos, que, a pesar de los pesares
son unidos en todos los lugares.

Calaverita a Grecia

 Antes que nada, sería buena idea que revisaran (los no-mexicanos) esta entrada. Explica un poco la manera de ver la muerte del mexicano. Es, en verdad, muy corta. Que otros más sabios que yo le agreguen o modifiquen. 


Una disculpa por aquellos que hacen falta o están de sobra. Feliz Día de Muertos.
(Ojo, Día de Muertos, no Halloween) 


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Grato es ver los Campos Elíseos,
donde las ninfas andan siempre bellas
donde Aquiles es pequeño ante nobles griegos,
y Homero se inclina antes sus poetas sabios,
así son las nobles tierras helènicas.

Viernes de Zucutrum el día era,
andaban los helénicos algo ocupados,
y sólo se detenían a pequeños ratos
para tomar agua o limpiarse los bajos...
(es decir, malpensados,
los juanetes y los callos)

Inesperada se apareció la Muerte
más temerosa que Hades y su peste
la primera víctima fue la Cloneja,
de su muerte hablar, en verdad no vale la pena.

Dee Dee practicaba el fútbol muy cerca
bajo la mirada de un inspirado Delarge,
practicaba la chica con actitud terca
convencida que en su juego se irían a los penales.
Pasó la muerte a su lado,
y Dee Dee dió tres malos pasos
tres vueltas dió sobre sí misma
y se le vino la portería encima
pobre, pobrecita
no vivió para contarlo.

Alex miró todo con espanto:
"Patitas pa' que las quiero, me voy volando",
pero se le olvidó que no tenía sentido
las patas con el vuelo del pájaro
además, se tiró por el acantilado
olvidóse también, en la alarma,
que, por mucho que dijera que volaba,
en verdad, no tenía alas.

Contenta la Muerte con su eficacia,
entró a ver la sala de la casa
su pálida cara, volvióse sonrojada
al ver lo que se hacía, entre tanta... cochinada.
Decidió llevarse a otras personas,
al fin y acabo, gente en este mundo sobra,
pero tenía ganas de ver la novela
por lo tanto, tenía poca paciencia.

Entró entonces, sin reserva
aguatandose toda la pena,
alguien murió de un infarto,
pues la Parca le pisó un huevo
en la mitad de un orgasmo.

Huyó el resto por toda la casa,
escondiéronse en sus fuentes y columnas
pero Sekreto no ocultó el volumen de sus cumbias
la Calaca lo mandó al tumba
por sus gustos musicales
que la Muerte consideraba despreciables.

Lenny se escondió en uno de los baños,
más por necesidad que por huir de la Parca,
ella se mostraba muy confiada
de que burlarìa a la Huesuda, por la juventud de sus años.
Grave error cometió entonces,
en su prisa no atendió a las voces,
dentro del baño había estado la Muerte
en la tina, Lenny enfrentó su mortal suerte.

Nena quiso eludir a la Calaca
cantándole canciones del Juanga,
la Muerte mostróse muy irritada
y, violentada ante el insulto musical,
sobre Nena vació un enardecido panal.

Entre toda la confusión sobresalió una griega,
Patty sus padres le pusieron,
y su final chusco no conocieron
murió por la curiosa consecuencia,
de una gelatina de grosella
que la Muerte le embarró en la cabeza.
Enfriósele toda la chontema
y a medio mundo contagió de influenza.

Diana estuvo entre las enfermas
tosía y tosía, de manera fea.
A modo de broma, Honesto comentó,
que con tosidos tales el cerebro se botaría.
Y con verdadera y exquisita malicia,
Diana a él apuntó,
en el próximo tosido, en efecto, el cerbro voló
pero en camino a dos personas se llevó.
Algo que ni la misma Muerte planeó.

Dicen que la curiosidad mató al gato,
pero es diferente en este caso,
pues un gato mató a Curiosa,
y es que el felino provocó que asomara la cabeza
al tiempo que la Parca descorchaba una cerveza,
la corcholata rebotó ansiosa,
y terminó en la garganta, con un mal sabor de boca.

Mar_ysol se mostraba inspirada
a pesar que un joven no quería mostrársela,
con todo, ella se quedó con las ganas
 y arregló un pacto con la misma Parca.
"Podrás llevarme" le dijo, "pero quiero una petición,
mi última voluntad, antes de ir al panteón.
Quiero que me sea mostrada, quiero ver si es cierta,
y si no son solamente, alardes de su grandeza"

La Huesuda resultó ser muy traicionera,
alejóse dos pasos, empujando sin querer a Pablo
el pobre tres tramos de escalera rodó,
nadie, ni July se enteró, que en la pared más grande se embarró.
Es por eso que Mar_ysol, se volteó
y de espaldas, la Parca la atacó,
pobre Mar, con la duda el cementerio la recibió.

July buscaba a su rana,
a Pablo y al pequeño Sekretito,
Lucky desde mucho antes había sido servido
en un plato de un restaurant chino
y el niño a Greolandia se había perdido.
"No econtrarás aquí a los que buscas",
le dijo con malicia la Huesuda
"Todos ya pertenecen a mi reino,
son míos y desde luego no te los presto"
Y sin esperar de July réplica,
fue llevada a la tumba, jalada de las greñas.

Restan pocos en esta tristre tragedia,
murió de forma fea esta gente bohemia,
Hypatia estiró la pata en la sala
llegando tarde al zucutrum, murió de pena.

No se salvó tampoco Dani, el disque poeta,
llegó al final, proveniente de la escuela
la Muerte le ofreció un par de galletas
tan desnutrido andaba, que se atragantó en la primera.
Y ahora, sólo escribe sus poemas,
en una Grecia de totalmente ultratumba
donde las mentes sanas griegas alumbran,
la fiesta que se organiza, entre las alegres tumbas.

Calaverita a las Maldivas

Antes que nada, sería buena idea que revisaran (los no-mexicanos) esta entrada. Explica un poco la manera de ver la muerte del mexicano. Es, en verdad, muy corta. Que otros más sabios que yo le agreguen o modifiquen. 


Una disculpa por aquellos que hacen falta o están de sobra. Feliz Día de Muertos.
(Ojo, Día de Muertos, no Halloween)
-------------------------------
Paseábase la Muerte
flaca a pesar de su buen diente
más por muy huesuda que se le encuentre
del poeta Dani, les juro no pariente.

Decía yo que paseaba
por una vistosa isla la Parca,
entre peludos cocos y firmes palmeras
la hoz le daba tétrica apariencia
y su capucha un temido aire de tragedia.

Entró por la puerta de atrás,
como si fuera suya toda la casa
hasta le hincó el diente a media rebanda
de un delicioso pastel con pasas.

En la cocina estaba el señor Juez,
buscando chelas en el congelador
quería disfrutar de un buen alcohol
mientras miraba un partido de futbol,
más he aquí que el cruel destino
hizo que octubre fuese su último mes,
la Muerte le encerró en aquel el aparato
mi pobre tocayo, murió de frío.

Entraba en eso el Pirata,
rascándose perezoso la panza
su humilde opinión no fue muy grata
y murió recordando a un hada,
mientras la Calaca le rebanaba
con su hoz, tres cuartos de nalga.

Muy sexy se consideraba Gordita
mientras en el espejo del pasillo de veía
la Muerte pasó a su lado, sombría,
su reflejo proyectóse levemente,
la impresión de verla tan de cerca
causó de la pobre Brenda la muerte.

Siguió con paso decidido
en una noche quiso acabar con los Maldivos
a Nany la sorprendió untando algo de color indefinido
que según era para el noble acto del sandwichito.
Tristemente la calaca no perdona
el buen arte que los sándwiches provocan
y atragantada en tanta crema de epazote
Nany muriò, sin siquiera dejarnos un elote.

Lamentóse de la herencia no legada Tizii
y lloró desde la noche hasta la mañana
tuvo un ataque de hipo por la lloriqueada,
un cacahuate se le atoró en la garganta
y se libró de ella la Parca,
sin siquiera asomarse a su ventana.

Misma suerte corrió Mariel,
al escuchar ópera leyendo el Kamasutra
se quedó con las ganas de una buena "obertura",
en las cuerdas vocales de la sopr-ano
murióse nuestra amiga con la duda,
de que tan abierto tenía el orificio censurado,
pues no se lo permitió saber que tan "firme" era,
esa cosa que se meneaba con agilidad de enciclopedia.

Las dos socias caminaban muy juntas
en los jardines de la casa sin penumbras
la Calaca le salió de pronto
y Masalla gritó con gran enojo:
"Largo de aquí, o te quiebro el orto"
Pero escapar de la Muerte no es fácil
y en menos de lo que se dice Jalowín,
compañía a los difuntos les hizo Lilí.

Igual resistencia puso Moni
sólo que ella dijo "¡Carajo!",
fue como si nadie hubiese hablado
por que a la Parca le importó lo ya mencionado
y, aunque rezongando, junto con su socia ahora baila
con Malbeq, risas y un Profe emocionado
que había llegado ahí tras un "paro" muy mal utilizado.

Docko de Libra no la pudo librar
aunque de rojinegro se quiera disfrazar,
regresaba del estadio Jalisco a su casa
es decir, la de Maldivas,
cuando un camión arrollóle en la pista
dejóle la Muerte como mosca embarradita.

Pati y Joselu andaban en la Mafia
por que es más latoso atender una granja,
la Calaca le jugó una mala pasada
en un viaje a Moscú les pidió una bomba prestada
ni con la ayuda del Gato libraron el panteón
cuando en intenso tiroteo a los tres, fríos los dejó.
Y la Muerte en su Facebook publicó,
con orgullo las tres muertes de un jalón
para colmo, ni el bonus nos regaló.

Neta de las últimas quedaba
al menos de quienes en potencia leen este corrido
que más que corrido es calavera literaria
pero imaginen, con música, ¿no se escucharía lindo?

Decía entonces que quedaba la Neta,
despreocupada en su puesto de tamales
la Flaca se paseó por cinco calles,
hasta que le encontró ocupada en la cuenta
de un pueblerino que tenía cara de crudo de fiesta.
La Calaca tomó entonces una olla,
de atole de arroz, con algo de canela
arrojó su contenido sobre la regia
y se chamuscó todita, sin gloria ni pena.

Raksha y Yasmin platicaban en japonés
aunque esta última prefería algo de la península,
una palabra mal entendida causó discordia
y la Muerte añadió algo de su ponzoña,
causó gran batalla entre las maldivas,
las dos se mandaron a la tumba solas.
Y todo por decir "kawasawua",
que a Yasmin le sonó a grosera mentada.

Quedaba el Dany encerrado en el baño,
los frijoles del desayuno hiciéronle daño
el mismo parecía preocupado:
tenía miedo de el excusado haber tapado.
Paciente la Muerte esperó afuera,
cinco revistas se leyó en la espera
al final salió atolondrado el poeta,
la Parca simplemente le voló la cabeza.

Y así acaba la masacre en las Maldivas
pero felices están todos su vida nueva
siguen y siguen ahí las fiestas,
y los vivos siguen allá con sus penas,
la ultratumba maldiva es 54% más pornorienta
y eso, que apenas, algunos asoman la "cabeza".

Ya me voy, ya me despido
felices fiestas tengan todos
ya saben que les dejo esto con mucho cariño,
por ahora me queda tan sólo, ofrecérmeles como un amigo.

martes, 27 de octubre de 2009

Introducción a las calveritas literarias. Brevísimo resumen.




Para entender al mexicano y su forma de ver a la muerte, hay que conocer su pasado. Un pasado que cumple ya quinientos años. Medio milenio de historia que ha sobrevivido a nuestros días, si bien no como fue originalmente, sí con toda la esencia que lleva consigo. Podemos pensar que los antiguos mexicanos, no fueron más que un pueblo bárbaro que cometía el horrible crimen de sacrificar humanos a sus dioses. Bien, no es momento ahora de intentar limpiar una imagen que los colonizadores ensuciaron durante trescientos años. Sin embargo, dejaron tras de sí la memoria de un pueblo que nos dio identidad.

Común es ver en estos días en México, puesto de flores donde abundan nubes de color naranja, cuyos pequeños pétalos impregnan las calles con un misterioso aroma. Suelo decir, a modo de broma: “Huele a muerto” Digo lo mismo al aspirar los humos de un dulce de calabaza o del incienso que se combina con la cera derretida de las velas, en un altar. Es en verdad, toda una delicia, disfrutar esos días en los que, se dice, los muertos vienen de ese misterioso “más allá” a convivir un día con los vivos. Es por eso que se preparan las ofrendas, cada una con su particularidad, pero todas cumpliendo la misma regla. Haz clic aquí para conocer un poco más de ellas.

Ver a la muerte como algo tan cercano, tan natural, tan absurdo, y al mismo tiempo tan temido, lleva al mexicano idear formas de llevarla en su vida. Es por eso que abundan los dulces en forma de calavera, donde cada uno lleva inscrito un nombre, y la gente suele comerse una calavera (ya sea de azúcar, de chocolate, de amaranto) con su nombre. Es por eso que José Guadalupe Posadas creó La Catrina famosa en todo el mundo, imagen que transforma a la muerte como a una vieja amiga, a la que tarde o temprano iremos a acompañar en un último viaje. Es por eso, además, que el mexicano crea versos jocosos sobre la muerte de hombres y mujeres de su entorno social, de sus amigos, de sus familiares. La muerte pierde esa imagen triste y se le ridiculiza con sobrenombres (la Flaca, la Huesuda, la Parca, la Calaca) y hace de la muerte del escogido para ese juego de palabras un relato chusco donde, irremediablemente, acabará en el panteón.

Todo eso, tiene su porqué. Antes de la llegada de los españoles, los mexicanos tenían a la muerte mucho más metida en su vida cotidiana que nosotros. Los sacrificios consistían en dar morir a cambio de dar vida. Muy similar a lo que la tradición católica dicta, de que el Hijo de Dios muere para dar vida al hombre, sólo que en este caso, la sangre, el corazón y la vida del sacrificado eran los que darían la vida a Dios. La muerte, en algunos casos, resulta deseable. Además, no hay el miedo infundado por los jerarcas católicos (respeto creencias, no condeno lo que la gente que me lea crea o no crea) respecto a la promesa después de la vida. Si obras mal, acabas en el infierno. Si obras bien, en el Paraíso.






Con los mexicas, los antiguos mexicanos, no sucedía así. Tan diferente era el concepto que en verdad no importaba cómo vivías para definir tu próximo estado, si no cómo morías. De entrada, todos los que morían, desde el ladrón hasta el Emperador, iban sin engorrosos dictámenes sobre el bien y el mal, al Mictlán, el Lugar de los Muertos, luego de recorrer una larga y tortuosa travesía. Se le daba más valor a lo que se hacía en vida, que a la promesa de la muerte. Sin embargo, había algunos casos a considerar.

El primero señala a los que mueren niños. Ellos iban a un lugar especial para ellos, en el que había un árbol del que sus ramas manaba miel y leche. El segundo, apunta a los que morían a causa de elementos acuáticos (inundaciones, rayos, enfermedades como la gota) ellos iban al paraíso del señor Tláloc, dios del agua. Su morada era una especie de Paraíso cristiano, en el que vivirían felizmente. Por último, estaban los que morían en batalla. Ellos tenían el privilegio de saludar y acompañar al Sol en su viaje por el mundo de los vivos. Se decía que de sus escudos horadados, podían mirar los rayos del Sol y sentir de más cerca al Padre Tonatiuh. Tras un tiempo, los guerreros renacían en colibríes, chupamirtos, huitzilihuitzin. Es de notar que había otras personas que compartían ese honor.: las mujeres que morían en labor de parto, pues para ellos el alumbramiento era digno de comparar con una batalla.

Como se ve, el mexicano lleva tras de sí una manera distinta de ver la muerte. Una forma que, a pesar de la Conquista, sigue vigente. Los antiguos conmemoraban curiosamente, en las mismas fechas, su celebración a los muertos. Su significado no distaba mucho del actual. Recordar, con cariño, a las personas que nos han dejado. Celebrar con ellos, comer con ellos (como explica en enlace) entender que la muerte es algo natural, el nexo que a fin de cuentas nos hace iguales a todos. Es hermoso ver los panteones llenos de gente que aguarda en las tumbas, veladoras encendidas, con los dulces y los alimentos elaborados en especial para ese día. Es hermoso ver cómo el mariachi canta ante la tumba del difunto, bajo la mirada y el gozo de sus familiares. Es hermoso saberse, a menos en apariencia, tan cerca de aquellos que se nos han adelantado. Es hermoso saber que este festejo, supero por mucho en significado y valor, al triste Halloween que ni siquiera es gringo y que, a pesar de su bombardeo mediático, nunca enterrará en el olvido esta hermosa tradición mexicana. Pues, como alguna vez escuché: “Nuestros muertos, están bien vivos”








jueves, 22 de octubre de 2009

Al troll, con cariño.

Existen muchos tipos de inteligencia, y no es raro encontrar personas que carezcan de todas. Podrán saber mucho de mucho de Historia, de Literatura, de Música y podrían realizar una trasformada de Fourier de una función con tangente hiperbólica mientras silban el Huapango de Moncayo. Sin embargo, es muy diferente acumular conocimientos como un respetable libro a usarlos como un modesto y más respetable hombre. No es que yo pretenda ser el más inteligente, pero creo que es mejor ser lo último que lo primero. Un libro es simplemente un cúmulo de conocimientos, pero el libro (hasta donde tengo entendido) no aplica toda su maravillosa capacidad de sabiduría. Un hombre, a cambio, puede “saber” menos de la mitad de lo que un libro, a su mediana capacidad “sabe”, pero a cambio deja algo más hermoso y valioso que el conocimiento mismo: la sabiduría.

No he dicho ni diré nunca que un libro posee inteligencia. Pero lo que sí he dicho es que hay hombres que podrían parecer libros. Acumulan información precisa en sus notables mentes, pero nada más. La pueden repetir e impresionar a gente mucho más sabia que ellos, pero en el fondo no son más que hojas que podrían ser usadas para limpiarse el culo luego de ir al baño. Y de ésos, lamentablemente, abundan en el mundo.

Yo conozco, o más bien sé, de uno. No creo que sepa quién fue Fourier. (O quizás si sabe, y no lo confunde con una marca de calcetines) De hecho, yo sólo sé que Fourier vino a fregarnos con sus series. Pero el punto es que este hombre, aunque no sepa de señales, sabe de otras cosas. Cual literato. Contrario a los libros, creo que él si tiene la capacidad de hacer algo con la información. Creo, dije. A veces me pregunto si será cierto. Desconozco su nombre, pero apodos tiene como repartir a los pobres. Nunca ha dado la cara, debe ser tímido, no creo que sea cobarde. Creo, dije. Su amplia vida social, producto de su elocuencia e ingenio, le tienen, creo, muy ocupado. Creo, dije. Por eso no tiene mucho tiempo para dedicarse a tareas de categoría baja, como la de frecuentar foros o blogs. Insisto, creo. Para ser honestos, yo no soy como un libro. Sé mucho menos que el hombre. Creo.

Si tiene conocimientos, debe ser todo un caballero. Creo. Nada de palabras groseras, perdón, soeces, ni tampoco nada de enfermizas obsesiones por algo, o alguien. O una cantidad generosa de “álguienes”. Creo. Estoy seguro que debe tener una personalidad bien definida, no sé, no ha de fluctuar entre entes de distintas formas y estilo. Seguramente es auténtico. No copia, no quiere parecer alguien más y es lo bastante maduro como para seguir tontos juegos, como imitar al prójimo o ridiculizarlo. Creo. Además sabe bastante de relaciones humanas. He visto como juzga amistades, parejas y a un grupo de personas en específico. Me asombra su innata capacidad de raciocinio, y sus comentarios acertados y agudos. Es por eso, que evita a estas personas. Las deje vivir su vida. Nunca se mete con ellos, ni como amigo y mucho menos como enemigo. Es, como dije antes, centrado y no les sigue a lugares en donde ese espectro de personas ya no tiene nada que ver. Ah, cierto... creo.

Difiero un poco de su estilo. Mientras yo encuentro poético comparar un suspiro con una nube perdida, a él le maravilla algo más explícito, cayendo a veces en idealizaciones de él mismo, donde se ve rodeado de gente que él mismo desaprueba, pero que le hacen favores sexuales que él difícilmente podría hacer solo. (Como encontrar su pito sin ayuda del microscopio) Muy a mi pesar, prefiere Carmina Burana, que un buen poema escrito por un servidor: “¿Que nos pasó, que nos pasó?/ llegó un troll, llegó un troll/ ¿quien lo invitó, quien lo invitó? / nadie, ni la puta que lo parió” Y lo entiendo. Es mejor escuchar una obra maestra de la época nazi que las... ¿cómo decirlo? Gilipolleces. O, como se dice en mi patria, pendejadas, de alguien de menor categoría. Pues, como todos los que me conocen saben, me falta temple, madurez y sensatez. No me comparo, en definitiva, con él. Me explico: su temple de acero, siempre está abierto al diálogo y a afrontar el sano debate sin necesidad de la censura; su madurez (de la que no me canso de hablar) le prohíbe (y escuchen esto con suma atención) le prohíbe, estar detrás de ataques de gente esquizofrénica... como nosotros, los humanos, a los que no nos sigue, ni nos observa; y, para finalizar, la sensatez... hombre muy sensato, nunca ha cometido actos... deshonestos, o insensatos. Su madre debe estar orgullosa... Esperen, no, una disculpa. No tiene.

Debemos alzarle un monumento a este HDGP (no, no es Hijo De la Gran Puta, es Hijo De la Gracia Perfecta... bueno...) Que las generaciones venideras de hombres y mujeres laven su boca antes de pronunciar su apodo más común (suciedad con suciedad se atraen) Que los hombres y mujeres de hoy se rindan a sus pies implorando el perdón de sus crímenes onomásicos, inconoclastas o churrigurescos. Que Dios perdone a los que se atreven a escupirle en la cara, pues ellos no saldrán de su mundo donde Eminem les repite (Eminen, por Dios, que se compara con Strauss) la misma cantaleta donde todo empieza y termina con la palabra “fuck”. Pobres idiotas en verdad, nunca acabarán por comprender a un genio que quiere una nación LIBRE (hay perdón) VENGATIVA (perdón, perdón...) Una nación libre, sin venganzas ni odiosas... ni odiosas acciones por medio de sus negros y peludos (han perdido la costumbre de la depilada) habitantes. Claro, insisto, sólo lo creo... En ningún momento hago uso del sarcasmo. ¿Yo? ¿usarlo? ¡Já, ¿quién te crees?!

Y, a fin de cuentas. ¿Qué si lo uso? Ya lo dijo el alterado, pero conocido refrán: “Bienaventurados los hijos de puta, por que ellos no entenderán los sarcasmos” O mejor aún: “Bienaventurados los sarcásticos, por que a los hijos de puta no pretenden entender, sólo querer” Por eso, esto es para el troll, con cariño.

(Eso también fue sarcasmo)

miércoles, 21 de octubre de 2009

Say you love me...

Construyo una historia basada en tus palabras
y cada letra explota en un batir de alas
plumas de un ave con delirios de grandeza
ave mía, alma perdida, versos acumulados en mi cabeza.

A pedazos, quiero descifrar tu misterio
la señal oculta tras tu suspiro sincero,
el guiño que dejas entre comentarios dipersos...

Me veo, te veo y nos veo
enterrando molestos y grotescos recuerdos
clavando en ellos, sin ningún rodeo
la magia de besos, la caricia de los dedos,
desvelados con la música nostálgica
que, delicada, desintoxica mi empecinada coraza.

Y quizás pretexto no entender gran cosa,
quizás finjo no atender tu críptica llamada,
quizás, a pesar de todo, en verdad no pasa nada,
y por construir al aire, me consumirán las llamaradas
sin encontrar respuesta, a mi petición silenciosa.

Dime que es lo que me pasa,
en dónde empieza mi loca ansia,
y dónde termina la verdad avasalladora.
Dime si no lucho contra fantasmas,
si mi espera es, o no, vana.
Dime, antes de que se consuman las horas
y me precipite, a donde no exista nada.

viernes, 16 de octubre de 2009

Sed de lujuria II

Una gota, solitaria y salada

escurre por tu pecho, forma un camino brilloso
se detiene en el monte de tus pechos,
excitados en los intensos momentos
que nuestros ansiosos besos,
hacen que los segundos, sean más lentos.

Observo la gota, con los labios abiertos
la persigo por el suave terciopelo de tu piel
bajo las sábanas, cual olas de mar se mecen
sigo su camino, besando los rastros
que dejan en tu pecho, en tu vientre
abajo, tu fuente de placer.
La gota se pierde, al fin, en mis labios que te desean
pero la pasión, ahí apenas comienza
donde estoy, juguetea traviesa mi lengua
luego subo, de nuevo paso a paso
busco tu mano, y busco tus labios
y ahí, entre los húmedos espasmos
nos hacemos uno, nos fusionamos.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Venganza

Hombre, hombre de plastilina
endeble, débil, carente de sincronía
tus lágrimas de culpa mojan una cama vacía
no es que te falte nada, más bien en ella no dormitas.

Hombre, hombre con errores
hombre que pretender ser perfecto, sin tacha, sin horrores
hombre lavanta tu cara y asume tu maldita culpa
la noche llega, y no verás luna o estrellas
y te comerá poco a poco, tu imprudente furia.

Hombre, culpable de un crimen q si cometiste
el crimen es tu condición de romántico insensato
hombre, tu castigo es que nombre muera en el anonimato
y de un corazón antes bello, ahora ser desterrado.

Hombre, lava tu culpa a tu absurda manera
ve, saca tu espada, pelea hasta q la Sombra muera
no conseguirás lo q al morir soñaste de recompensa
no conseguirás nada, q en verdad no valga la pena
a pesar de todo, hombre, irremediablemente humano,
ve, véngate. No dejes nada a tu paso.

martes, 6 de octubre de 2009

Si fueras...

Si fueras un suspiro, ¿dónde te hallo?
en los pétalos de una flor luminosa
o tal vez en la silueta perfecta de las olas,
en un enjambre de estrellas: tu perfecta corona.

Si fueras un canto, ¿dónde te encuentro?
quizás me guíe el sabor de tus besos
besos al aire, disparados en sueños
que llenan mi alcoba, de algo más que tu aroma.

Si fueras un verso, ¿dónde te leo?
imagino tu historia escrita en las nubes,
el viento que mueve lentamente las páginas
folios de risas, archivos de tus lágrimas
que son borradas por el sol, al nacer la mañana.

Si fueras un ángel, ¿cómo voy por ti al cielo?
quizás asciendas por las flores que deshojas
tus pétalos color sangre, tu corazón precioso,
son mi escalera etérea que me impulsa a tus alas
y llevo conmigo la copa de cristal, con tocados de oro
donde guardo mi alma, mi regalo para tus ojos.

Y si eres, ¿dónde estás?
porque si fueras bendita realidad
tu nombre estaría al principio,
pues tú serías mi inicio de mi vida,
de mis tontos escritos.
Y no estaría cazando,
mirando, observando,
deseando que tú seas, de esta historia,
mi feliz final.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

The jedi's manifesto: Réquiem por un romántico.

Réquiem por un romántico.

You’ll be in my hearth no matter what they say. Yes, you’ll be in my hearth. [And] I’ll be there always… I’ll be with you, I’ll be there for you always, always and always. Just look over your shoulder… I’ll be there always… (Phill Colins, “You’ll be in my hearth”)
Canción para la película de Walt Disney Trazan (1999)

Pertenezco a una especie de hombres que ha caído en el olvido. Alguien que cree en la perfección de los sentimientos, alguien que aún es lo bastante ingenuo para buscar y esperar encontrar un ideal. Su ideal. Apasionado, callado, y sin embargo expresivo, soy un incansable buscador de la armonía de los sentimientos, un ente que quiere que cada expresión, cada gesto, cada acto conlleve en sí mismo los acordes del sello de lo perfecto. Si he de despreciar, procuro no se halle en mi la más mínima muestra de afecto o compasión. Si he de ser tu amigo, procuro ser fiel a toda costa, aún cuando los perros se abalancen a ti con la más justa de las razones. Si he de expresar tristeza y agobio, dejo que ellos me tomen y me hundan, dejo que me hastíe del dolor y la pena... para luego poder volver a buscar la felicidad absoluta y perfecta. Soy, sin más rodeos, un romántico.

Y no es el romántico el que habla de amor y de lo bello. Aunque aquí me dedique totalmente a él. Romántico es aquel descrito con anterioridad. Ese ser ya caduco, borrado por el realismo de las masas que se aglomeran ante el modelo más práctico, sencillo, y que es usado por seres totalmente ajenos a ellos, pero que son idolatrados cual dioses. En efecto, la sociedad está sujeta a lo que se diga o haga en esa caja idiota, la máquina perfecta para hipnotizar a las personas bajo el poder de unos cuantos que sólo se interesan en absurdos papeles verdes con muchos ceros a la derecha de otro dígito diferente de cero. Así, caemos en las clichés, en lo que de tanto usarse parece aburrido y, en algunos casos, hasta obligatorio.

Que si una rosa roja, o un corazón de chocolate, o un enorme peluche sonrosado, acompañados de una cantidad de besos y abrazos, una tarjeta comprada en alguna tienda, y luego sexo en la cama de un hotel, es declarado como amor, o muestra de él, entonces pueden llamarme enemigo de su amor. No seré hipócrita para negar que yo nunca he hecho eso. En efecto, lo hice. Rosa, peluche, besos y abrazos. El problema es que hoy en día eso, la rosa, el peluche, el viaje a un lugar encantado, el sexo en cualquier lugar lo suficientemente apartado de la gente, son declarados, sin más reservas, como amor. Hay algo más detrás de esto que debe obligatoriamente acompañarle. Incluso, puede sustituirle. Yo, tonto romántico, preferiría un beso pausado, suave, jugoso, y sobre todo sincero a toda una colección de ramos de rosas aunque fueran de los jardines más exóticos de la India.

No creo en el amor de telenovela, sin embargo, creo en aquellos amores inmortalizados por mentes más abiertas e imaginativas. Creo en el amor de Romeo y Julieta, pues se amaron más allá de la muerte, aunque Shakespeare haga de él un drama que resulta chocante. Creo en el amor del derrotado, del hombre o mujer demasiado pequeños para el triunfador, para el que les despreció a cambio de otro ser más querido. Creo en ellos, los silenciosos, los que nunca separaron los labios, pero estaban más pendientes que los ganadores. Creo en el héroe que se inmola a cambio de su amada, o incluso que se sacrifica a cambio de que ella, y el sempiterno ganador, sobrevivan. No por que muestre compasión por el que le arrebató su único oxígeno en la vida, sino algo más sublime: se sacrifica a favor de la felicidad de ella. Creo en los que esperan, en los que prefieren extender la agonía, la pregunta obligada que, si tienen suerte, iniciará una nueva vida en sus corazones.

No, no creo en los que dicen estar enamorados de dos o más mujeres. No creo en los que se permiten dirigir una mirada mínima y ansiosa, a otra mujer que no sea la suya. No creo en los que hacen cosas terribles y luego vuelven cual perros implorando un perdón que no merece ser dado. No creo en los que dicen amar y, cuando termina una etapa, ni bien terminó, ya están jurando amor eterno a otros brazos. No creo en lo predecible, por eso detesto las telenovelas, historias donde la más desgraciada logra encantar al más galán o donde los que más se odian, llegan al matrimonio al final de la patética historia. Detesto las telenovelas por que ninguna retrata ese amor que busco ese amor ten cruel y verdadero. No retratan las lágrimas del olvidado, en su lugar están los rostros del vivieron felices. No persiguen la idealización verdadera del amor, y si lo hacen, está tan mal representado que ocasionan que no sea creíble. Esa es la historia del romántico: vagas ideas de su ideal, contradicciones al tratar de definir con cabeza fría la pasión, o de llevar a la pasión al cerebro.

A cambio, creo en aquellos que no pueden sentirse enamorados más que de una sola persona. Creo en los que no tiene más que máximas, profundas y suaves miradas a su princesa, a su ángel. Creo en los que hacen cosas bellas, y cuando hacen cosas terribles (porque nadie está exento) reconocen su culpa y murmuran una disculpa bien audible. No por ellos, sino por que traicionaron lo que sentían y creían por ellos. Creo en los que sufren intensamente el fin de una etapa, los que antes de querer volver a tomar otro rumbo, se purgan para enterrar cualquier vestigio del corazón del amor pasado. Sí, estará presente, pero tan sólo como un hermoso recuerdo, fugaz, mudado del alma, a la cabeza. Creo en las canciones, en las pocas canciones que expresan un amor más cercano al ideal de mi anticuado romanticismo. Esa es mi vida, romántico incapaz de acercarse a una mujer atractiva por que no imagina cotejo si tan sólo operan sus necesidades físicas. Esta es mi vida, romántico que jamás irá más allá de lo que su medieval actitud le permita, jamás tocará labios, mano, rostro sin necesidad. Jamás dirá “Te amo” y aún “Te quiero” si no lo siente. Esta es mi vida, melancólica, inverosímil, sustentada en dos procesos amatorios, los más sublimes a mi entender.

Uno, el matrimonio. Es la perfecta consolidación del amor, el tan ansiado momento de hacer lo soñado, vivir para ella, luchar para ella, ser lo que el caballero quiere ser. Un guardián, un vigilante que vela por la dicha del amor que juró proteger ante el altar de lo legal, de lo divino, que mejor: el altar del alma de dos enamorados. Dos, hacer el amor. No es una prueba de amor. Es la máxima representación del mismo, junto con la pasada. Hacer el amor, es poesía, es armonía. Es algo más que pasión, que satisfacer mundanas pasiones banales. Es mucho más sublime, sutil y perfecto que todo lo que se ve en las películas, en la maldita televisión, en las inexpertas y primitivas conversaciones. No es lo primero, o lo segundo que se hace al iniciar la unión de dos almas. No, no es así. Estos son mis ideales, tonto romántico, que ya no tiene cabida en este mundo. Romántico apasionado e imaginativo en cuestiones de sexo, pero contradictoriamente frío, pues puede más su ideal de perfección que su necesario apasionamiento.

Creo en el poder de la palabra, de las letras, de los detalles, de la simple presencia. Yo, romántico soñador, bástome con un “Te amo”, una carta, un gesto, una mirada, una llamada, un paseo silencioso de la mano, para sentirme lleno, enamorado, querido. Me es suficiente una nota, críptica, pero directa, una canción que se dedica entre los laberintos de las masas que no comprenden el valor de sus palabras, frases sueltas que dicen mucho para un par de oídos, aunque no signifiquen nada para el resto del mundo. Juego a seguir enamorando, a seguir enamorándome, a que el retortijón de tripas perdure cada que sé que algo de ella, se aparece frente a mi. Creo en un abrazo, un simple abrazo, derrite todo lo que dejó un amargo pasado, una ausencia terrible, sustituye todo el dinero del mundo, rompe con los propios ideales del loco romántico. Un abrazo. Imagina, lo que hará un beso... una noche bajo las tibias sábanas...

Soy un romántico, extraño bicho en peligro de extinción. Condenado a no entender otra definición de amor, condenado a buscar alguien que persiga el mismo ideal, la misma creencia. Sujeto a la supervivencia de los de su especie, incapaz de mutar a lo banal, a lo comercial, a lo ya establecido. Soy un romántico, un maldito romántico que oculta sus ganas de llorar, por que siente, que se apaga, como una vela, que ya no recibe más apoyo: la cera, el ideal, le ha sido cortado de tajo. Soy un romántico, que, a pesar de todo, deja al aire sus suspiro de alegría (romántico contradictorio) por que tiene la fe (romántico irracional) de que no tardará el día en que se trague sus palabras y pueda mirar a los ojos a una chica que honre con su presencia, el entorno del romántico que hará una poesía, que supere a un ramo de rosas, a una alhaja de oro.

Mientras, toquen un réquiem. Que la musa me despierte, cuando sea de día. Y, si nunca llega, no lloren la muerte de este romántico. Pues se volverá realista, y se reirá de lo que fue antes, y empuñará el mismo la batuta, para dirigir la orquesta, que ya afina los instrumentos para su obertura luctuosa.  Ruego a los dioses, que ese momento nunca llegue.

Le pido a Dios que me alcance la vida, y me dé tiempo para regresar, aunque sea tan sólo un poco de lo mucho que me das. Le pido a Dios que me alcance la vida, para decirte todo lo que siento gracias a tu amor. (Sin Bandera, “Que me alcance la vida”)

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