miércoles, 23 de diciembre de 2009

Cuestión de sangre. Capítulo 2.

A la mañana siguiente, el pueblo de Elwinger me recibió como siempre. Sus pequeñas pero agradables casas que rodeaban la enorme fuente, relucieron bajo ese extraño efecto que hace la luz del sol cuando la refleja el costado de la montaña. La fuente, imponente, representa a una mujer de hermosura perfecta de cuyos ojos mana el agua, cual lágrimas. Dicen los viejos que representa a Elwing, una princesa que habitó hacía ya mil años éstas tierras y cuya historia de amor es la más grandiosa de todas.

Eso también lo dicen los pergaminos del Templo de los Cuatro Sabios, pero en aquel momento, no me importaba. Tenía que dirigirme a la puerta este, cerca de la cual una casa como cualquier otra, de techo de tejas y paredes de colores pálidos, era la base de nuestra Organización. Así pues, rodeé la fuente de Elwing y caminé hacia donde el sol asomaba sus cálidos rayos. En las calles ya se empezaba a sentir la actividad de cada día. Los monjes que recorrían tres veces la ciudad hasta llegar al Templo de Elwing, los mercaderes que transportaban su mercancía al Mercado, los chiquillos que con cierto recelo caminaban hacia algunas de las ocho escuelas que tenía la pequeña ciudad. Un soldado montado en un poderoso caballo color azabache, patrullaba la Avenida Este silbando una canción. Era un día normal. Incluso la bienvenida a la Organización no pareció diferente.

-¿Regresaste ya, Syaoran?-me dijo Aljyen desde la cocina. –Espero que tengas fuerzas suficientes, que me hacen falta un par de manos en esta pasta…

-¿Dónde está Tyndara?- demandé a modo de saludo y de negativa para adentrarme en artes culinarias- Tengo que verla, traigo algo que puede interesarle.

Aljyen hizo una seña, mostrándome el pasillo de la oficina de lady Tyndara. Caminé por el mismo escuchando sus lamentos acerca del poco interés y capacidad mental que teníamos los guerreros, no sin dejar bien claro que de no ser por los cocineros todo estuviésemos muertos. Alcancé el final del pasillo y toqué suavemente la puerta. Esta se abrió de inmediato, como las puertas que son mal cerradas y se abren con un suspiro.

Frente a mi, un espejo de bordes de oro devolvió la imagen a la que ya me había acostumbrado. Un chico delgado, de cabellos oscuros y piel morena, en gran parte por su constante contacto al sol. Ojos medianos que miraban con serenidad el entorno, labios bien delineados y una nariz algo grande. Segundos después, una nueva figura ocupó el espejo. Detrás de mi reflejo, la imagen de una mujer blanca con largos cabellos rubios, me sonrió desde el marco de le puerta.

-Buen día Syaoran. ¿Una buena caza?

Lady Tyndara Van Belsign, la Jefa de la Organización entró a su oficina con aire relajado y se sentó tras su escritorio de madera, robusto y oscuro, invitándome a hacer lo propio.

-Lady Tyndara, hemos acabado con el último de los Mikakane. Esto- lancé al escritorio una medalla de bronce, en forma de estrella que tenía una inscripción en el antiguo lenguaje de los dánae- lo tenía en su poder. Seguramente lo robó a uno de los elfos del Bosque Dual en la Guerra de Templo.

Examinó con cuidado la medalla, asintiendo en varias ocasiones, y luego me la regresó. La tomé con inseguridad, pues eran pocos los trofeos que se le daban a los cazavampiros tras una misión exitosa. Casi todos iban directo a una cámara de seguridad, escondida dentro de la misma Montaña Blanca, la que bajo sus pies permite que crezca Elwinger. Tyndara debiño notar mi asombro pues tras una sonrisa, me explicó:

-No es una medalla al mérito élfico, Gybeni Syaoran. Las estrellas de ese tipo de medalla, tienen una punta quebrada, en recuerdo de lo que es la guerra: destrozo.-Se reclinó sobre su asiento y juntó las yemas de sus dedos. –Lo que tienes ahí es un ujmer, un distintivo que usan los Altos Monjes del Templo de los Cuatro Sabios. Eso que cargas no podemos aceptarlo. Tendrás que ir al Bosque Dual y regresarlo a su lugar de origen.

-Tiene alguna idea de cómo…-empecé, pero Tyndara se me adelantó

-… ¿cómo un Mikakane obtuvo tal cosa? ¿Era Gregorous, cierto?

-Sí. Pero Gregorous no es de esta tierra.- repliqué

-No-admitió Tyndara, llevándose un dedo a los labios, pensativa –Eso quiere decir que alguien se lo tuvo que dar. Ese objeto que cargas… no tendrá más de 3 años. Es probable que era usado con la intención de pasar vampiros a la zona sin problemas. Alguien que viaje con un monje, francamente… la tiene muy fácil.

Los vampiros pueden ser tomados por hombres comunes. Tan solo existe en ellos un leve destello rojizo en su mirada. Fenotípicamente, es lo único que nos separa de ellos, sin tomar en cuenta los colmillos. Incluso algunos tienen problemas de visión o sordera, sin embargo son recompensados por su gran olfato, su velocidad, su habilidad, su fuerza y algún poder sobrenatural adquirido en algún momento de su transformación. Gregorous podía crear y manipular el fuego a su antojo, por ejemplo.

-¿Cómo fue que le encontraste?-me preguntó tras unos segundos de reflexión.

-Hacía mi ronda por la ladera oriental de la Montaña Blanca cuando vi que alguien seguía a una dama. Era extraño, ¿sabe? Una mujer que parecía venir del Paseo de los Nobles, del interior de la Montaña. Creía que ese lugar estaba…

-No está maldito-atajó de pronto Tyndara –Está documentado que un par de personas estuvieron ahí hace unos pocos años. Como sea, -concedió –es extraño que se use ese pasaje…

-Intuí que algo no andaba bien así que les seguí de cerca, y fue cuando estaba a punto de alcanzarle cuando alcancé a notar el destello rojizo. Lancé un grito de advertencia, la joven huyó por la Avenida Norte y Mikakane corrió hacia la Montaña…

-Nos dice poco -suspiró Tyndara, al tiempo que ponía los codos en la mesa, pensativa –pero es algo.

-Para mí es claro, la chica era acechada y ya.

-También la pudo estar guiando… y eso encajaría en otra suposición, Syaoran.

En ese instante, sin saber porqué, me sentí nervioso. Lady Tyndara se levantó de su asiento y caminó hacia ventanas y la puerta y todas las cerró. De pie, entonces, y desde la ventana más alejada de donde estaba, me soltó:

-Tenemos la sospecha de que un vampiro de Sangre Antigua ha regresado a Elwinger. La orden de los Grises lo había expulsado, pero tras la muerte de su Consejero Principal, hace tres o cuatro años, pudo regresar. Verás, hay otros intereses además de la sangre humana en esos especimenes.- golpeteó con sus dedos la pared y continuó: -es posible que quiera reclutar vampiros para un posible conflicto.

Me quedé helado. Quise preguntar el porqué de tan terrible noticia, pero lo único que atiné a preguntar fue:

-¿Quién dice usted que ha regresado?

Su pausa logró el efecto dramático que yo temía, el estómago se retorció, de un miedo inexplicable.

-Oskar Grayscare

2 comentarios:

  1. uuuuuuuhhh que ricooooooo...me gusta...quiero más...

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  2. Daniel, el segundo capítulo es igual de bueno que el primero... estoy realmente intrigada!! Gracias ;D

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