martes, 19 de mayo de 2015

Contrato

Establecimos un contrato,
tú y yo;
un documento escrito bajo el amparo de tintes solitarios:
estrellas;
una relatoría de fragmentos
que hice grandes a fuerza de símbolos:
esperanzas;
un ultimátum cuyo delgado margen
tuvo por tinta lágrimas de odio,
letras fueron llanto de pena,
firma, de amor.

Era un manuscrito implícito,
que conocías en mis pensamientos
menos racionales
y visiblimente más poéticos:
no sabías que lo sabías.
En él, escindíamos;
cortábamos el rojo nudo
que tenues tonos habían forjado:
careceriamos de mutuo significado.
Huecos.
Sombras.
Ceros.

Entonces
dime porqué
malditamente

tu rastro es el de una lágrima
que se avergüenza de extrañarte.


jueves, 14 de mayo de 2015

Nota al pie

Descubrió que, en el enunciado de su derrota,
había una nota al pie
apretada, minúscula;
contundente.

Brillaba con opacidad omnipresente;
era una sombra que no pasaba inadvertida
y trascendía más allá de las glosas pomposas
que detallan el fracaso
inmoral y apoético
de una historia ignorada.

El texto todo, salpicado de tinta sangre,
envilecido con caravanas heroicas,
insostenible por su grandeza guerrera,
terminaba en adjetivos ociosos
y ecos agotados que suplicaban sin honra el fracaso total.

Y la nota al pie rezaba:
esperanza.


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