jueves, 27 de junio de 2013

Secuencias de un poema - Parte 1

I

Nos conocimos acaso la noche de un viernes.
Tú mirabas, quizá, hacia el punto donde yo ensayaba
los pensamientos que se harían después un sueño.
Pequeña fue la herida
de tu luz en mi mansa sombra
confundida, sedienta de la sed misma,
barco a la deriva sin la esperanza del faro de alguna luz.

Las noches volaron sin rima,
erróneas y lentas. Celosas,
oscuras, frías, incompletas.
La herida crecía,
solitaria y profunda,
se llenaba de ti, de tu presencia,
de tu ausencia,
de tu silencio,
de tu voz.

Sucedió entonces que entendí que te extrañaba
aquella noche de diciembre,
cuando miré la fotografía
y sólo identifiqué tu vaga sombra
en los pasillos de una historia
para una revista electrónica.
Sucedió que me di cuenta
en la Navidad falsa
que no era mi noche buena:
en el frío faltaba tu sonrisa.

II

Fue una tarde que moría
en jacarandas,
en café,
en un murmullo.
Luna sonriente,
el viento que acariciaba las palabras.

Tú.


Ahí conocí tu aroma.

sábado, 15 de junio de 2013

Retrato

dedicado a quien habita, felizmente, Mordor
seguro le hace un mejor lugar 


Si tu sonrisa es suficiente pretexto
para llenar un minuto de colores,
de nubes, de noches
y sueños;

si tu alegría contagia, inunda,
ocupa un espacio y lo captura
y lo hace poesía y refleja
en tus ojos la luna;

si entonces
tu sola presencia
es ya la suma total
de soles y lunas.

Mira al espejo.
Ríe,
que esas estrellas te hablen
y te llenes tú toda
de ti misma,
otra vez.                                                                                                          Veras que la luz que emanas
siempre ha sido más grande
de lo que tu crees.

jueves, 6 de junio de 2013

Soneto IX

para mi Musa

Suspiró la luna, nació la rosa,
vistió plateada en galante jardín.
Desplegó sus alas cual mariposa,
besando el cielo, estrellas sin fin.

Tatuado tu nombre tenía, sutil;
tu nombre que es verso hasta en la prosa,
alzóse pues, tu alma victoriosa,
diamante blanco sobre rojo carmín.

Nocturna de rocío, al festín
de aromas te sumaste, luminosa,
encendida, por mano de diosa

delineada: te definió hermosa.
Y así, noche de versos, te conocí:
tu beso que espero, ya es mi vivir.


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