jueves, 6 de junio de 2013

Soneto IX

para mi Musa

Suspiró la luna, nació la rosa,
vistió plateada en galante jardín.
Desplegó sus alas cual mariposa,
besando el cielo, estrellas sin fin.

Tatuado tu nombre tenía, sutil;
tu nombre que es verso hasta en la prosa,
alzóse pues, tu alma victoriosa,
diamante blanco sobre rojo carmín.

Nocturna de rocío, al festín
de aromas te sumaste, luminosa,
encendida, por mano de diosa

delineada: te definió hermosa.
Y así, noche de versos, te conocí:
tu beso que espero, ya es mi vivir.


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