tiene dedicatoria
Esa noche como nunca
creí tus labios más cercanos
bajo la luz apenas oculta
de aromas, pausas y cantos.
Esa noche sabía a milagro
y el café reflejaba la luna,
guardé el beso, pues me era caro,
como lo son tus ojos a la lluvia.
Esa noche, querida Musa,
tenía el cielo al alcance de mi mano,
y cambié un beso por la pluma
para quizá así reinventarnos:
probar en otra mar nocturna,
el cálido aliento de tus labios.
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