martes, 11 de febrero de 2014

Prisión

Minut telkesit pimeyteen,
enkä pääsen täältä pois vapauteen.
("Vankilani"- Ruoska) 

No encierran del todo estos barrotes
-la cadena al cuello y candado en boca-
el gesto amargo tan fingidamente digno:
debí arrancarte de raíz, fría rosa del principito.

Mas estoy ahí.
Sujeto a estas lágrimas que sabes no caerán:
han olvidado su propósito
(ni siquiera honraron
tu pasada sombra de tristeza).

Me tienes emparedado.
Pero fui yo quien se arrinconó
en las paredes de tu corazón
restaurando los jirones con cinta adhesiva
porque, sabes,
no sé hacer más.

Cuando la daga negra
-la del engaño cobarde,
la gran puta que profanó a Amor-
entró a rasgar lo que torpemente había curado,
el herido fui yo.

se apagó mi norte
(y tu mano contiene el acero)
el mar lavó nuestros pasos
(y mi sangre contamina la tuya)
el viento cerró la ventana
(y no salgo por las rendijas de tus dedos)
quema el sol y quema la luna 

porque sigo jugando al héroe,
al andante gentilhombre,
gallardo epíteto medieval,
sombra de pasados menos violentos,
sanando lo que no puedo sanar.

Prisionero inútil, canto,
y mi canto es un poema digno de arrojarse a la basura
donde crecen los gusanos de la traición,
donde la palabra de los dioses no vale nada
pues ellos son nada y ellos me llevaron a ti;
ellos me encerraron en tu jaula
cuando el escriba idiota interpretó tus gestos
como la invitación a esperar y amarte.

Allá, los infiernos no quisieron decirme
quién era: lejana burla, alfeñique derrotado por la Ingeniería,
estúpido soñador carente de títulos y diplomados,

… aspirante a caballero.

Nunca un culto hijo de puta.




Lates.
No puedo contar, sin embargo, tus latidos.
No puedo recordar tu aroma
ni hacer del vuelo de las mariposas
un saludo de tu alma que me busca a mi camino.
No puedo recitar tus sueños,
tus gustos,
tus secretos
ni compartir contigo las canciones que acompañen el sueño.

No fui tanto.
No fui nada.


Y estoy prisionero.

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