martes, 16 de marzo de 2010

Concierto de Aranjuez

La guitarra acompaña a la luna
en su viaje por el cielo
nocturno, suspiro en el silencio
roto por el esbozo de un beso
de las notas que empiezan su tonada.

Suaves, las cuerdas hablan,
de una luna viajera,
que llora por que no encuentra
el camino a su casa,
donde suele apoyar la cabeza,
en el hombro de quien amor le profesa.

Y la lluvia también se aparece,
moja los contornos de la luna,
agua que refleja su blancura,
sus labios que acarician las nubes azules,
sonrisas que ocultan mil razones,
de por qué espera quien guíe sus ligeros trotes.

Bajo la luz que ella misma crea,
aparece lejano una señal:
alguien, sin aparente presencia,
poca cosa, total paciencia
e inquebrantable decisión,
alza los brazos, muestra su corazón.

Abajo, agitando los brazos
con una tímida sonrisa en los labios,
sosteniendo con fuerza una pequeña luz
ruega a la luna que baje,
con su manto azul,
para que buscar deje
y se arroje en su pecho,
el hombro que buscaba
mientras del sol se alejaba.

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