martes, 1 de marzo de 2011

Fútbol y obsesión.

Como buen aficionado al fútbol que soy, me emociona (admito), ver que los Pumas de la UNAM son líderes generales. Al menos hasta hoy, 1ro de marzo. Nada es más satisfactorio que regodearse de los logros de tu equipo favorito, como si fueran tuyos; y escupirle en la cara de los menos agraciados las fallas de su equipo favorito, como si fueran las suyas. Pero a fin de cuentas, animales como somos, todo es parte de un ritual que es cierta medida embrutece, pero favorece las relaciones humanas. De algunos.

Otros, lamentablemente, se cuelgan de su equipo como sanguijuelas a la carne, pero no para chupar, si no para hacer de su afición una adicción enfermiza. O adicción, más bien: todas las adicciones son enfermas.

Recientemente, entré a un grupo de Pumas. En el Facebook. Nomás, para pasar el rato. O creo que me metieron. Bue, la verdad no recuerdo, el punto es que estoy ahí. Los posts son graciosamente risibles: "T amO Pumas!! ErS el amor d mY viDa". Casi literal. Otros admiten que lloraron cuando Darío Verón anotó el gol que le dio el pase a Pumas a la Final de su último Campeonato. Los más consideran nefasto un vestido de XV años con el logo de las Chivas, pero si tiene el de los Pumas lo alaban. Idolatran a quien insulte al equipo rival en turno, sea o no chiste malo. Para qué hacerla de jamón: dan pena. Y sí, yo lo dije. La mayor parte de los que están en ese grupo dan pena. Quizás por que sean todos natos facebukeros, tan mal vistos por los tuiteros. O quizás es que sólo están verdes. Muy verdes.

El punto es que me puse a pensar (suelo hacerlo) desde entonces en los que dirigen su pasión a cosas sinceramente de poca importancia. Sí, uno puede brincar como gorila con la victoria de tu equipo, pero no brinques toda la semana. Sí, puedes AMAR a tu equipo, si tu definición de amor es así de pobre, pero no como para que escupas tus orgasmos. Todo tiene un lugar. La vida es infinitamente más gloriosa que un equipo de fútbol. Quizás la definición más precisa de las personas que hacen del fútbol una pasión casi carnal, es que son personas que carecen de vida. O de metas, de sueños. Y un poco de cerebro.

Aunque, es verdad, es su vida, y no la mía, la que carece de sentido. Y, además, yo no soy nadie como para abrir un poco la mente de aquellos energúmenos. Ni que fuera profeta. Esto sólo pretende ser una reflexión. de cómo la televisión, lo material, los placeres primarios hunden a la sociedad en su propia mierda y la sociedad gustosa se la traga para seguir viviendo. Repito (o digo, si no es repetición) no tiene nada de malo apoyar el deporte, admirar a un equipo o jugador, o desear que Alejandro Palacios te haga un hijo. Sólo que no centres tu vida en ello. Y si lo haces, ten la decencia de hacerlo con inteligencia. Y sin faltas de ortografía. A veces, se ensucia el ambiente.

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