martes, 8 de marzo de 2011

8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.

Lo sé, lo sé. Pasemos ya por entendido el discurso de siempre: "Los Días de la Mujer deben ser todos los días del año. Las mujeres merecen más que un día. De nada sirve festejar si no se hace nada. Los datos muestran que cuarenta y nueve de cada tres mujeres sufren de violencia." No quiero rebatir eso. Pero ya muchos gastan el tema, lo convierten en nota amarillista y tan sólo consiguen que uno desprecie más a los activistas. Dicho lo dicho, digo:

La mujer ha tenido que batallar desde el principio de los tiempos contra una sociedad que no ha dejado de ser machista. A la especie homo sapiens sapines, siempre se le ha referido como "hombre" y el artículo masculino se emplea tanto para hombres como para mujeres. "Los veo al rato", por ejemplo, aplica a un grupo en el que haya al menos un hombre, aún cuando el resto sea una o varias mujeres. Lo idea sería decir "Los y las veo al rato", pero eso sería esperar mucho de personas que a duras penas mastican el español. Pero bueno, no es mi intención desentrañar el machismo en el lenguaje, así que next →.

Si bien los griegos eran gente extraordinaria, poco valor le daban a la mujer como persona. Por eso, dicen, había una interesante cantidad de homosexuales en la Atenas de antaño, o quizás en verdad en toda Grecia son medio 'izquierdistas'. Muchas de estas ideas cuyo calificativo califico en algo más que estúpido, se recrudecieron en la Edad Media, y la notable cristiandad de la Iglesia en ésas épocas (#EsSarcasmo), originó el Malleus Maleficarum. Que si bien se dice que fue condenado, lo cierto es que no se hizo mucho para ocultarlo. Pero, seamos realistas. Al ser la pobre de Eva la que sucumbió primero a las tentaciones de una lombriz, para los pensadores (bueno, es un decir) les pareció evidente que era la mujer más propensa a caer en pecado que el hombre. Pobre mujer. La misma Biblia da un ejemplo, cuando los apóstoles tachan de mentirosas a las Marías ante su visión de un Jesucristo resucitado.

Largo fue el camino recorrido desde entonces por el género femenino, consiguiendo pequeñas, pero significativas victorias ante la sociedad en general. Es probable que uno de los saltos más notables, sea de manufactura mexicana: las soldaderas, esposas de los revolucionaros durante la Revolución Mexicana, que no sólo preparaban alimentos para la tropa, sino que incluso llegaban a tomar el fusil y empezaban a cepillarse a cuanto federal veían en frente.

 

Y aunque México puso este particular ejemplo, lo cierto fue que estaba algo más que rezagado el las cuestiones de igualdad de género. Tuvieron que esperar las féminas hasta el año de 1953, casi cuarenta años después del conflicto, para (por ejemplo) tener derecho a votar en elecciones.

Lo importante es, de todas formas, valorar esa lucha milenaria que han peleado las mujeres para llegar, no sólo a donde están, si no a superarse a ellas mismas, tarea más difícil, que la de superar a un pobre hombre... A ellas, felicidades.

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