Todo debería ser
sencillo:
no más de cuatro o
cinco líneas
y una sola idea clara
directa
limpia.
Pero soy yo y soy
cobarde
—y la poesía es un
acto cobarde
que disfraza en
imágenes turbias la verdad—
y ni siquiera escribo
tu nombre
en esto que tampoco es
poesía;
soy yo y no puedo
decírtelo fácil,
a corazón abierto,
de frente,
porque como tú también
yo tengo miedo
de lo que venga
después.
Y es absurdo y
ridículo tener tanto miedo
de mostrar el alma,
de rajarse el pecho
y mostrar impúdico el
latido
que deletrea una y
otra vez
la cantidad incontable
de cuánto nos
queremos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario