sábado, 30 de agosto de 2014

A la gloriosa donna de la mia mente

«Noi ti preghiamo che tu ne dichi ove sta questa
tua beatitudine». Ed io, rispondendo lei, dissi
cotanto: «In quelle parole che lodano la donna mia»
(Vita Nuova, XVIII)

Solmene y lento,
triste;
mi andar es el reflejo plateado
de un alma que se refugia en el destierro.
Es el campo que acoge mis pasos
un mar áspero y rugoso,
sin flores que sostengan la esperanza
alimentada de tus lúcidos instantes;
es un cementerio de ideologías
que se confunden cuando hablan,
se anulan, sombra de sombra,
vacío cósmico del silencio.
Mas entre tanto lacrymosa y kyrie,
lux aeterna es tu brillo que no olvido;
tú, gentilissima Estrella,

quien sobre esta muerte que vivo,
del Empíreo tu mera noticia
me hace sentir que, acaso, sonrío. 



1 comentario:

Tweet this!