lunes, 31 de agosto de 2009

Sed de lujuria.

Allá recorren mis dedos
la piel de tu espalda arqueada
y sellan tus labios mis besos
para probar de tu cuello, cada pulgada cuadrada.

Ahí bajan lentamente mis manos
y se aferran intensamente a tu cintura
te acerco, para mordisquear con ternura
tu labio húmedo, la fragancia de tu piel desnuda.

Reclino ahora tu elástico cuerpo
en el sillón que espera nuestro contacto
beso tus pechos, tus manos
tu vientre y más abajo
y bebo poco a poco
de la fuente de tu lujurioso encanto.

Endurecido a ti me uno
y se atan nuestras piernas y brazos
ahí, entre los gemidos y el murmullo amoroso
ahí, cariño mío, se libera el jugo precioso
y recojo, de tus labios
las mieles que me dicen
que nuestra piel desnuda
es el bálsamo de vida,
por que siempre hemos soñado.

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