lunes, 19 de septiembre de 2011

La cosa hermética

Ciego es en verdad quien no ve en los escritos de los cielos y las cosas que los Maistros nos han legado para conocimiento de la verdadera Verdad. Hoy estudiaremos con absurdo detenemiento los mensajes ocultos y secretos, nobles y pintorescos que nos ofrece la Esotérica canción del Muy Venerable Maistro Eduardo 'Lalo' Guerrero y sus Muy Respetables Hermanas Ardillas.



Primero que nada, hay que hacer notar al vulgar la composición pentágona de la canción, representando los Cinco Elementos que hay en la Tierra. El primero es claro: el agua, representado por Pánfilo paseando en la playa. Ahora, hay que notar que el nombre es en sí muy significativo: Pan-filius, hijo del pan, y el pan está necesariamente hecho de agua. El aire, la escuela, la brisa del saber. El fuego, el Montepío, símbolo que lo esenios citan en sus Cartas a Teodoro: "Las deudas, hijo mío, consumen cual fuego que se traga un pajar". La tierra, representada por el vagabundo, sucio con la misma por no bañarse muy a menudo. Y el éter, la quintaesencia del Todo, la visita al Absoluto, al Padre y la caída del "Hijo del pan" a los Infiernos, sacrificándose por el mundo.

Para el profano, la canción es meramente un cuento, un sin sentido. ¡Cuan lejos de la verdad! Tienen los mortales la capacidad de no ver lo que están viendo. Analizaremos entonces la segunda parte de las cinco que hemos establecido. Pánfilo va a la escuela, el centro por excelencia del conocimiento, pero es rechazado. Los sabios le repudian, ¿les es familiar el comparativo con Sócrates? ¿Da Vinci? Como toda gran mente, el hombre santo es rechazado por considerársele peligroso. Los hombres medianamente instruidos saben, por ejemplo, que la Iglesia Católica ha contaminado todas las hamburguesas del mundo con un virus que controla la mente, por eso sólo los vulgares comen en el Burger King.

El rechazo también le es dado por los adinerados, incluso los más pobres. Queda entonces el Santo Hijo del Pan con la única opción, que es la de delegar en otros más grandes que él lo que quería mostrar, "La Cosa". Aquí es cuando pasa lo que sucede. Los gobernantes y gente de poder que dominan el mundo han ya derramado la sutil ponzoña en la canción. Nunca san Pedro (del latín, padrus: muy chido) mandaría al Santo Pánfilo al Infierno, por la sencilla razón de que Pánfilo nunca ha muerto. La verdad, oculta a los profanos, limpia a los hombre rectos es sencilla y la diré aquí: Pánfilo tomó un avión y visitó al santo. San Pedro le ofreció entonces la maravillosa y única oportunidad de transmitir a los vulgares el conocimiento ¡y es la canción! Alegraos, entonces, y tomad nota de esto.

Saludo a los Maistros que han deducido en silencio y con gran alegría el misterio sobre el contenido de la caja. Cito los nombres y son los que siguen: Gran Maistro Tepiko Tukulo, Gran Maistro Lavoncio del Cocol, Gran Maistro Tocca D'ico di la Tatema, Gran Maistro Ataru Golagen Teh y desde luego el Gran Maistro Parloupe Pendejalité. Que sus sabias y justas palabras referentes al tema iluminen la mente del vulgo y lleven a buen puerto en las aguas de la Gran Iniciación Maistra de los Santos Herméticos de los Penúltimos Días.

¡¡Que la cosa sea contigo, hermano!!

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