Dejé, Musa, que me
domesticaras,
-como dijo el zorro
de El Principito-
y ya ves, somos dos
almas atadas
con miedo a la noche,
con miedo al frío;
frío que quema, un
frío con filo
y llanto, arena,
niebla… y un grito
callado busca promesas
y hadas;
busca –llora- que se
curen las almas.
Dejé, Musa, que me
domesticaras:
mi alma a tu latido
está atada,
ella callada te llama
y ama;
y no existe el
terrible frío
-acaso sólo un dolor
bendito-
y no existe el furioso
grito…
…cuando
estás.
Extrañaba leerte...
ResponderBorrarMe encantó!!!