sábado, 12 de abril de 2014

Soneto XV



Dejé, Musa, que me domesticaras,
-como dijo el zorro de El Principito-
y ya ves, somos dos almas atadas
con miedo a la noche, con miedo al frío;

frío que quema, un frío con filo
y llanto, arena, niebla… y un grito
callado busca promesas y hadas;
busca –llora- que se curen las almas.

Dejé, Musa, que me domesticaras:
mi alma a tu latido está atada,
ella callada te llama y ama;

y no existe el terrible frío
-acaso sólo un dolor bendito-
y no existe el furioso grito…
                                               …cuando estás.

1 comentario:

Tweet this!